ESLABONES
Tal vez exista un lugar en el espacio en el que los embriones de los neonatos se tropiecen con las almas de los que acaban de partir. No sé: tal vez ese misterio que acompaña al final y al principio de la vida sean una misma cosa y la genealogía no sea sino una cadena de eslabones que se extiende rumbo al infinito. Tal vez esa espera dulce que acompaña al nacimiento se pueda equiparar al duro trance que atraviesa el hijo que se ve obligado a irse despidiendo de su padre. Tal vez la muerte no sea sino la inversión del cuello uterino que atravesamos en el momento de llegar al mundo y el más allá se encierre en una pompa en la que podamos flotar plácidamente. Tal vez el tiempo que separa la senectud de la defunción no sea más que otra cuenta atrás, una gestación de duración indefinida en la que los términos se inviertan y quienes fueron esperados se conviertan en espectadores. Y que la ilusión se vuelva rebeldía y más tarde tristeza y después aceptación. Y que solo cuando llegue el momento, cuando quien va a partir estime que estamos preparados, se produzca el relevo y el círculo se cierre y volvamos a ser nada y paz, como al principio. Y el eslabón de la cadena sea sellado, uno más del linaje, y todo recomience y otra vez aquellos a quienes un día recibimos nos despidan. Y la ilusión se vuelva rebeldía y más tarde tristeza y después aceptación.
Tal vez...
SafeCreative Mina Cb
Imagen: Anne Geddes
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