martes, 24 de octubre de 2023


 

Querida Rebeca:

Es difícil despedirse de alguien que parecía que no iba a marcharse nunca y que aún así se ha ido antes de tiempo. Aunque esa sensación de eternidad que proyectabas haya venido de tu propia determinación. Y es que no muchos son capaces de ganar tiempo la muerte. De empujar con fuerza la puerta cuando llama y no dejarla entrar. Algo muy propio de alguien como tú. Y es que se diría que con el segundo de tus apellidos se colaron y pusieron una H donde tenía que haber ido una G. Guerrera en vez de Herrera. No has logrado el objetivo de sobrevivir a tus padres, pero has permanecido el tiempo suficiente como asistir a un puñado de conciertos, para comprobar como cada vez va menos gente a las corridas de toros y hasta para ver como Aritz se cortaba la melena (Bunbury lo llamaba a tu hermana el otro día). Y lo que es mejor, nos has dado tiempo para disfrutar de tu presencia para saborear cada minuto a tu lado con la certeza de que podía ser el último, para quererte y mimarte y obsequiarte hasta el hartazgo. Y a cambio recibir todo ese amor que llevabas dentro y que nunca se acababa. Tu conmovedora dulzura y esa empatía que traspasaba la mirada de tus interlocutores. Y esas manos para la cocina, todo hay que decirlo, que tantas veces nos han salvado del coma etílico.

No será lo mismo el bar sin ti ocupando el rincón junto a la salida de la barra, recogiendo vasos de la calle y la terraza, sirviendo cervezas mientras tu hermana sale a fumarse un cigarrillo o sentada a una de las mesas que hay frente a la puerta, torciendo a veces el gesto ante el conocimiento de cualquier maltrato hacia los seres vivos. No creo que vuelva a oír a nadie pronunciar la palabra bastardos en lugar de hijos de puta, que es lo que decimos todos. Y desde luego si sucede no será como lo hacías tú. No creo que vuelva a tropezarme con ninguna persona tan valiente, tan testaruda, tan voluntariosa como tú. No creo que el destino, por muchos años que pase en este mundo, vuelva a regalarme una presencia tan generosa y brava como ha sido la tuya. Ojalá exista un Valhalla donde puedas encontrarte con tus ídolos caídos. Ojalá que en ese lugar la música no cese y así puedas sentirte como en casa. Claro que no será lo mismo, pero tampoco lo va a volver a ser para nosotros, créeme.

Hasta siempre, maitia. Es imposible llevarse más amor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario