EL MILAGRO DE LA VIDA

Es domingo y no hay que trabajar. Y ha salido uno de esos días luminosos y tibios que el inicio del otoño nos regala con frecuencia. Amanece más bien tarde. La luna llena aún está presente y el sol asoma tímidamente por detrás del río. Se oyen risas y comentarios en el punto de encuentro. Y puyas hacia el que llega tarde, todavía con los efectos de la noche anterior pintados en la cara. Se establece el plan y se prepara el material; da igual si cámaras, timones, velas, zapatillas... El caso es que hace una mañana hermosa y hay buena compañía. La actividad arranca, los minutos van pasando y el calor se hace presente. Llega la hora de buscar la sombra cuando de pronto surge el incidente: un vuelco, una caída, un tropezón… o la absoluta certeza de que nos hemos equivocado de camino. Se da entonces el momento equipo, en el que cada uno de los componentes de la expedición hace su papel: el voluntarioso, el cobarde, el héroe, el que se escaquea, el que echa la culpa de todo a los demás… cada cual cumple con su cometido durante el incidente y, en volviendo las aguas a su cauce y al emprender la senda de regreso, ya no habrá otro tema de conversación. Es más, se seguirá hablando de ello cuando, una vez finalizado el recorrido y recogido el material, se dé cuenta del primer trago de esa jarra de cerveza bien tirada con su dedito de espuma coronando el borde, al tiempo que se brinde por la amistad y se agradezca al destino que nos haya permitido, una vez más, seguir disfrutando del milagro de la vida.

#SafeCreative Mina Cb