domingo, 8 de octubre de 2023


 

LA NOVIA

El veranillo de San Miguel les ha querido regalar una mañana espléndida, cálida y luminosa. Ellos saludan desde el balcón de la Casa Consistorial a una endomingada concurrencia alegre y bulliciosa. Y joven como sólo se es una vez en la vida. La pareja bracea, lanza besos y posa para el fotógrafo. En un momento dado la chica se dirige a alguien, agitando la mano, feliz: “Mira, mamá, me caso”- dice. Y pide a los invitados que sean clementes con la madre tierra y no tiren petardos.
Van como hay que ir, esto es, él de etiqueta rigurosa y ella con un vestido beige entalladaito y largo. Agita el cuerpo, mientras descansa el fótografo, y alza los brazos invitando a los otros a bailar. Es una fiesta. Va a ser una fiesta. Y además como deben de ser esas fiestas, o sea con edad para aguantarlo todo y unas ganas locas de comerse el mundo y enfrentarse al porvenir. Es una primera vez y las primeras veces siempre es para siempre y eso se nota. Porque nadie piensa en lo que queda por llegar, ni en las facturas, ni en las dificultades, ni en los suspensos de los hijos, ni en las quiebras de la empresa. Es un primer día en el que nada existe salvo la felicidad de haber llegado al fin al momento deseado. Podría debatirse acerca de la utilidad del matrimonio, o del machismo imperante en esa ceremonia, o de muchas otras cosas que llevan ahí siglos sin que parezca que le importe a nadie. Podría hablarse del cambio climático que convierte en estival una mañana de octubre. Podría hablarse del derroche económico en una sola jornada. Podría hablarse de un montón de cosas, pero no es el momento. Hoy es su día: el de los dos y el de ella, sobre todo. Va a ser la más observada, la más besada, la más jaleada, la más admirada, la más envidiada.

Y eso, pase lo que pase en el futuro, nadie se lo va a quitar.

#SafeCreative Mina Cb

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