jueves, 5 de mayo de 2022


 

LAS SILLAS DEL FRONTÓN

Ciertos objetos abandonados tienen la capacidad de recrear vidas que creíamos olvidadas. O sea que con solo verlos regresan a nuestra memoria, nítidos como un amanecer de primavera, momentos fugaces de un ayer remoto.
Estas sillas, por alguna razón de igual color que el graffiti que hay detrás, me han llevado hasta los vermuts dominicales en la piscina del Frontón, mis padres cerveza y yo una Coca-Cola, cuando la vida era un territorio por explorar y aún no tenía conciencia de ese triste goteo del adiós que acompaña nuestro paso hacia la edad adulta y el día de asueto era un burbujeante vaso con papá y mamá.
Años más tarde, y ya con esas sillas, imagino, abandonadas en algún cuarto trastero, eché muchas tardes bebiéndome el sábado y algunas cosas más en el salón del Aladino, aquella discoteca que la Sociedad improvisó, y que supuso para muchos de nosotros el descubrimiento de los placeres y dolores de la adolescencia, al tiempo que el abandono definitivo de una infancia tan ligada a este par de sillas que hoy me han mirado, nostálgicas y deshilachadas, desde su plácido retiro en un discreto rincón de mi ciudad.

#SafeCreative Mina Cb

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