ÁNGELES TERRESTRES
Éranse una vez un niño y una niña que querían volar.
Ella lo tenía fácil porque se llama como el viento y él, aunque no tan evidente, guarda en su nombre la simbología de lo auténtico. Pero el destino, que nunca debiera ser cruel con los pequeños, se puso contra ellos y arrinconó sus sueños contra la pared. En 2020 fue el muchacho quién paso el día encerrado en su casa, sin plumas ni corona ni bolsa llena de aleluyas. Y al año siguiente, tras haber pasado casi doce meses alimentando la esperanza, la chavalilla hubo también de resignarse a un domingo en familia sin grandes alharacas.
Pero resulta que, de la misma forma que existen los reveses del destino, también existen los ángeles terrestres. Esas personas que no se resignan a los golpes de la adversidad y que mantienen encendidas en sus enormes corazones las llamas de los sueños de los otros. Aimar y Haizea no salieron finalmente del templete. La cuerda aguanta lo que aguanta y la tradición es la que es. Y no hay ángel terreno capaz de obrar el milagro de echar el tiempo atrás y volver al instante en que la vida se paró, engullendo las ilusiones de estos niños. Pero sí que se puede, y eso lo saben bien Ana Mari y Miguel, pronunciar un sortilegio que permita materializar los sueños, aunque sea un momento sólo, para que el cuento tenga el mejor final posible.
En eso y nada más consiste la magia de los ángeles terrestres. Y ellos lo son.
Los cuatro.
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
martes, 17 de mayo de 2022
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario