martes, 12 de enero de 2021


 

EL PAVIMENTO DE TUDELA

El marido de una buena amiga suele referirse al microclima de Tudela con la frase “Ya me gustaría a mí saber quién fue el hombrecicio que llegó a Tudela primero y decidió quedarse y se hizo una casa y luego ya matriculó a los hijos en la escuela y cuando quiso darse cuenta, el primer día de cierzo o de calorina agosteña, ya era tarde para rectificar”.

Pues bien, seguro que el “hombrecico ese” tuvo algo que ver con lo del pavimento. Porque, vamos a ver:

¿A quién coño le encargan el pavimento de las calles de Tudela?

¿A un traumatólogo? ¿A un industrial de las máquinas de limpieza? ¿A un fabricante de calzado de aventura? ¿A un anormal?

Porque de verdad que lo de las baldosas que recubren nuestros suelos es de traca. Ha quedado bien patente estos días de atrás, con lo de la nevada. Que tampoco hace falta que nieve porque hay pavimento que no precisa de humedad para ser peligroso. Por ejemplo, los de Herrerías o la Carrera, que además son resbaladizos a traición, o sea que el diseñador, o el fabricante, o quien sea, decidió poner casi todas las baldosas rugosas y, de vez en cuando, intercalar una resbaladiza, para que el peatón coja confianza, apure el paso y, cuando menos se lo espere, zas, dé con la loseta traicionera y se pegue un tozolón.
Luego están los adoquines balancín, que son esos que se han despegado un poco y cuando los pisas casi te puedes columpiar. Y que además no tienen la argamasa bien compacta y se crea una grieta entre piedra y piedra con lo cual, como salgas con tacones, corres el riesgo de besar el suelo, sobre todo si andas de bodorrio por lo viejo. Que más de una vez he visto yo alguna madrina con el tocado de floripondios y el vestido de mil pavos moviéndose como si fuera un pato.
Tenemos también el modelo que Fermín Pérez Nievas definió una vez como “baldosa escupidora”, que es esa que está partida o floja y, cuando la pisas, bascula y te escupe a los tobillos. De estas hay muchas en la Plaza de la Judería, que es uno de los lugares más peligrosos de lo Viejo ya que conviven las escupidoras con las resbaladizas, motivo por el cual es necesario moverse por esa zona con la máxima atención, más que nada porque no es descartable que, el día menos pensado, una de las losas salga disparada y le dé en la nariz a un peatón.

Y qué decir de los aleros tudelanos, tan dados a albergar esos canales de desagüe que sobresalen hasta mitad de la vía, como el que hay en la calle Pontarrón , que o te rompes la crisma con el pavimento de la acera o te duchas con el chorraco del tejado. Y eso por no hablar de cuando llegan las cigüeñas y van esparciendo sus lábiles excrementos por todos los rincones de nuestro histórico casco antiguo.

Mención aparte merece la dificultad para la limpieza de algunos recubrimientos, que tú, que eres de la zona, ves a los operarios trabajando y piensas “pobres de los del servicio de limpieza el día del cohete”. Que vale, que el cohete es sólo un día, pero es que hay suelos que se ve desde al panizo que en cuatro teleberris van a estar hechos unos zorros. Pero parece que a los promotores les da igual. Y me da lo mismo de qué ideología sea el Ayuntamiento. Todos la acaban por cagar. Yo no sé si es que son baratos, o es que les dejan más margen de beneficio,o es que tienen acciones en LDSA (Losetas deslizantes, S.A.), o es que guardan toneladas de baldosas asesinas almacenadas en algún lugar secreto y se van pasando las llaves del local de alcalde a alcalde.

En fin… que podría estar disertando durante horas acerca de este tema, pero, si me lo permitís, lo dejaré en este punto y propondré que seáis vosotros mismos quienes hagáis vuestras aportaciones en cuanto a la peligrosidad del pavimento en otras zonas. Luego ya, si eso, que alguien lo traslade a Urbanismo que a mí me da la risa.

#SafeCreative Mina Cb

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