domingo, 17 de enero de 2021


 

ASIMOV

A veces me pregunto cómo serán los directores generales de las grandes empresas. Sí, esas donde trabaja tanta gente; esas donde curran un domingo a las 7 de la tarde para que yo pueda comprar por Internet un vestido y me llegue al día siguiente.

Esas.

Me pregunto cómo serán: si tendrán familia, hijos, amigos con los que quedar a tomar unas cañas y unos pinchos el sábado a la tarde. Me pregunto si tendrán a su alrededor personas con las que poder disfrutar de lo que a muchos privan. Me pregunto incluso si, de vivir solos, tendrán un perrillo que les espere tras la puerta para morderles los tobillos cuando lleguen a casa. Y es que, como bien decía un buen amigo mío hace muchos años, el que inventó el turno de mañana de las fábricas no se ha levantado a las 5 en su puñetera vida. Y menos en invierno, que sales de la cama y se te viene el mundo encima. O los turnos de noche, que cuando llegas a casa no sabes si prepararte un café, un colacao o unos huevos fritos con chorizo. En fin; que a veces me pongo a darle a la cabeza y me pregunto cómo serán; quiero decir si una vez que se vayan a su casa y estén disfrutando con los suyos pensarán por un momento en el pobre desgraciado que está pasando la noche bajo la luz de un fluorescente, a veces por ganar un poco más y otras porque no le queda otro remedio ante la amenaza de despido si no acepta. Me pregunto si dormirán tranquilos, sí comerán a gusto los domingos sabiendo que hay personas qué están echando el festivo en una fábrica, en un taller, en unos grandes almacenes, sin poder disfrutar de su familia Me pregunto si serán gente normal. Y también me preguntó cómo habrán hecho para llegar adonde están: si serán legales y lo habrán conseguido por su propio trabajo o si, por el contrario, habrán ido escalando compañero a compañero hasta llegar al lugar más alto el escalafón. Me pregunto qué sentirán cuando se queden solos, cuando perciban cómo los comentarios se interrumpen a su paso, cuando reflexionen acerca de la esclavitud que su poder acarrea, no sólo a los otros sino también a ellos mismos. Me pregunto si alguna vez se plantearán si sería posible vivir mejor con menos. Bajar el pistón de la exigencia; volver a lo de antes: el tiempo libre y las pequeñas cosas. Repartir el trabajo para así trabajar todos y trabajar menos. Me pregunto si tendrán a alguien que les quiera, no por lo que son sino por cómo son. Me pregunto si serán conscientes de hacia dónde vamos y del mundo que van a dejar para sus hijos Y me pregunto, a veces, cuando las directrices a seguir son tan absurdas y tan inhumanas que me parece imposible que hayan sido concebidas por un cerebro de persona, si no hemos sobrepasado ya a la era que Asimov vaticinaba, y que ni siquiera ha sido necesario que las máquinas tomasen el poder ya que nosotros mismos nos hemos convertido en fríos robots esclavos de la competitividad y la codicia.

#SafeCreative Mina Cb

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