miércoles, 1 de enero de 2020





Querido mío:

No veía la hora de que te largases y ya ves, por fin, nada es eterno. Ni siquiera Jordi Hurtado, por mucho que digan en los chistes. Yo ya hacía días que te había dado pasaporte, a ver si arrancando la hoja de diciembre y deshaciéndome de ti simbólicamente dejabas de joderme, pero como dicen los futboleros, hasta que el árbitro no pita el final del partido aún hay tiempo de que nos metan otro gol. Porque yo, la verdad, ya esperaba encajar más de los que metiera en previsión de que el resultado final no me pillase por sorpresa.

La verdad es que has sido un año de mierda, para qué nos vamos a engañar. De esos que los vas viviendo y apenas te das cuenta pero al final dices, pues mira, yo no le hago daño a nadie y sin embargo me he llevado hostias como panes. No por nada especial sino porque más bien tengo la impresión de no haber hecho ninguna cosa reseñable. Ni si quiera ese libro que iba a salir para diciembre y que se ha ido entreteniendo en el camino y ya veremos si aparece este mes o al siguiente o ya en la primavera. Que tampoco es mal plan, la primavera, para un proyecto alumbrado en un año en el que se han ido personas tan queridas. Así será como si las hiciera renacer un poco.

Pero a lo que iba: que anoche, al fin, la bola esa del reloj de la puerta del Sol dejó caer a plomo toda tu carga de disgustos y de lágrimas. Y te despedí sin rencor y sin nostalgia, contenta de que al final te largaras para siempre, vestida de domingo y brindando con amigos, como debe ser, para que este 2020 que acabamos de estrenar sea más de dejar que de llevarse.

#SafeCreative Mina Cb

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