LA CIUDAD CAMALEÓN
(LONDRES)
Hay ciudades cuyo espíritu no puede ser captado por las cámaras. Ciudades donde accionar el disparador es una pérdida de tiempo, porque el espectáculo se produce a cada instante y en cada rincón. Ciudades cuya esencia se esparce por las calles, como una lluvia incesante que todo lo abarca, y que desciende sobre sus edificios y sus habitantes, y los empapa, y aún chorrea hasta llegar al suelo y deslizarse por las rejillas de saneamiento, y acabar en los canales que vierten a los ríos este sabor urbano. Hay ciudades irrepetibles y grandiosas, únicas como diamantes, espectaculares como números de magia. Hay ciudades que nos atrapan desde el mismo momento en que ponemos los pies en ellas, que nos hipnotizan con su magnetismo, con su mezcolanza, que nos fascinan con su infinita variedad, que nos mantienen con el alma en vilo, siempre a la espera de lo que pueda suceder tras las esquinas, que nos hacen sentirnos pueblerinos e ignorantes, que nos sorprenden y nos permiten crecer a una velocidad insospechada. Hay ciudades que nos enseñan nuestra historia en unas pocas lecciones. Hay ciudades que desgranan su magnificencia por doquier. Ciudades en donde los museos no son sino un leve exponente del patrimonio local, una muestra como tantas otras a las que podemos asistir en casi todos los rincones de la tierra. Ciudades donde el arte y la cultura se desparraman por los pasos de peatones, circulan en autobuses de dos plantas o se exhiben, vanguardistas e impúdicos, a través de la interminable red de túneles de metro. Hay ciudades que atrapan. Que embrujan. Que enamoran con su eclecticismo y su modernidad. Ciudades donde lo clásico y lo contemporáneo se entremezclan al tiempo que se agitan, y convierten el paisaje urbano en un desfile informal y variopinto. Ciudades crisol en donde las corrientes culturales arraigan fácilmente, en donde no es difícil imaginar un pasado reciente de melenas lacias o crestas puntiagudas. Ciudades fetiche. Ciudades camaleón. Ciudades que abren la mente sí o sí. Ciudades cuya visita debería ser asignatura obligada en los colegios. Porque sólo la visión del mestizaje y la diversidad puede engrandecernos el cerebro. Y porque todo no cabe en los libros, ni en los museos, ni en la tarjeta de memoria de una cámara de fotos.
Hay ciudades...
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Mercado de Camden Town
(LONDRES)
Hay ciudades cuyo espíritu no puede ser captado por las cámaras. Ciudades donde accionar el disparador es una pérdida de tiempo, porque el espectáculo se produce a cada instante y en cada rincón. Ciudades cuya esencia se esparce por las calles, como una lluvia incesante que todo lo abarca, y que desciende sobre sus edificios y sus habitantes, y los empapa, y aún chorrea hasta llegar al suelo y deslizarse por las rejillas de saneamiento, y acabar en los canales que vierten a los ríos este sabor urbano. Hay ciudades irrepetibles y grandiosas, únicas como diamantes, espectaculares como números de magia. Hay ciudades que nos atrapan desde el mismo momento en que ponemos los pies en ellas, que nos hipnotizan con su magnetismo, con su mezcolanza, que nos fascinan con su infinita variedad, que nos mantienen con el alma en vilo, siempre a la espera de lo que pueda suceder tras las esquinas, que nos hacen sentirnos pueblerinos e ignorantes, que nos sorprenden y nos permiten crecer a una velocidad insospechada. Hay ciudades que nos enseñan nuestra historia en unas pocas lecciones. Hay ciudades que desgranan su magnificencia por doquier. Ciudades en donde los museos no son sino un leve exponente del patrimonio local, una muestra como tantas otras a las que podemos asistir en casi todos los rincones de la tierra. Ciudades donde el arte y la cultura se desparraman por los pasos de peatones, circulan en autobuses de dos plantas o se exhiben, vanguardistas e impúdicos, a través de la interminable red de túneles de metro. Hay ciudades que atrapan. Que embrujan. Que enamoran con su eclecticismo y su modernidad. Ciudades donde lo clásico y lo contemporáneo se entremezclan al tiempo que se agitan, y convierten el paisaje urbano en un desfile informal y variopinto. Ciudades crisol en donde las corrientes culturales arraigan fácilmente, en donde no es difícil imaginar un pasado reciente de melenas lacias o crestas puntiagudas. Ciudades fetiche. Ciudades camaleón. Ciudades que abren la mente sí o sí. Ciudades cuya visita debería ser asignatura obligada en los colegios. Porque sólo la visión del mestizaje y la diversidad puede engrandecernos el cerebro. Y porque todo no cabe en los libros, ni en los museos, ni en la tarjeta de memoria de una cámara de fotos.
Hay ciudades...
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Mercado de Camden Town
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