jueves, 13 de noviembre de 2014



ESCRIBIR

El otro día, viendo una exposición de Carlos López, me di cuenta de que la literatura es la disciplina de los vagos. Quiero decir de quienes practicamos la ley del mínimo esfuerzo. Y es que al contemplar aquellas composiciones plasmadas sobre tablas cuidadosamente preparadas por medio de a saber qué técnicas (pura alquimia para mí), yo ya me sentía exhausta. Me veía a mí misma en el salón de casa, con la madera sobre una sábana extendida en el suelo, la tierra, las telas, las colas, los botes de pintura… y el gato tras de mí, ronroneando y escondiéndome las brochas, y la olla encendida, y el guasáp zumbando sin parar, y la lavadora puesta, y toda la casa apestando a disolvente, y el tresillo hecho unos zorros, y los trapos empapados de aguarrás, y las paletas esparcidas por el piso, y la vecina del tercero llamando al timbre para darme un trozo de bizcocho, y el reloj a lo suyo, la alarma sonando y anunciando la hora de salir rumbo al trabajo, y yo plegando el chiringuito a toda prisa, así como los negros del top manta, zas, zas, un tirón de los cuatro cabos de la sábana y a tomar por saco los barnices y pigmentos, todo sobre el lienzo, creación a lo Jackson Pollock pero en bardenero zafio, y luego llegar por la noche a casa, echarse a dormir y despertarse con un colocón histórico y un dolor de cabeza del quince a causa del olor de tanto tinte y tanto ungüento. Y me dije a mi misma que no, que lo mío es sentarme cómodamente ante el teclado con una cervecita y dejar que fluyan los demonios, en plan tranqui tronco, y no ese sindiós de llenar la casa de cacharros, y de pegarse horas maquinando la composición con que vamos a ocupar el lienzo sin que nos sobre ni nos falte sitio, que en la cabeza queda tan bonita y, sin embargo, luego ante la tabla te sale una patochada que te rilas Petronila… Y es que a cada cual lo suyo… Que no estoy yo hecha para esfumatos ni para acuarelas, que dan mucho trabajo y lo dejan todo hecho un asco. Eso o te pillas un estudio coquetón, bañado de luz y carísimo en un barrio bohemio, y te pegas allí las horas, esnifando barniz y dándole al pincel y a la paleta mientras en casa esperan la olla, el gato, el tresillo y la alfombra persa. Y el guasáp.

Lo dicho.
Zapatero a tus zapatos.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen:Taller del pintor Carlos López Gonzalez

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