sábado, 16 de agosto de 2014



LOS VIEJOS CAMPANARIOS

Tienen las campanas algo de presencia del pasado en el ahora, una especie de voluntad de no querer marcharse, de empeñarse en continuar presentes cada día, desafiando al caos del frenetismo urbano, aéreas e imponentes, ajenas a las prisas y al sonar de las bocinas impacientes, ancladas en su intemporal mecanismo de cuerdas y poleas y badajos que esperan, macizos y marciales..., el paso atronador de las paredes con que se han de encontrar para crear ese sonido poderoso y envolvente que lo mismo anuncia júbilo que misa de difuntos.

Me gustan las campanas añejas y oxidadas en las que por las justas se distinguen, como leyendas rúnicas, las marcas del orfebre que templó sus cuerpos torneados. Me gustan los bronces nuevos, restaurados y brillantes como de oro. Me gustan incluso aquéllos que soportan con dignísimo estoicismo la granulosa pátina de polvo y excrementos de paloma, ese estuco blanquecino que te mancha la ropa al acercarte y que a los niños les encanta rascar con las uñas cuando sus padres no los miran.

Me gustan sus rústicos soportes de madera, esos astillados esqueletos que semejan mariposas agrietadas, gigantescos y arbóreos lepidópteros en torno a cuyo cuerpo el campanero clavó los armazones de los que suspender el bronce. Me gusta verlas entrar y salir de la oquedad del campanario, alegres y bailarinas, poderosas y solemnes, jugando al escondite con el sol de la mañana. Me gustan las campanas porque nos atan a nuestra historia, porque están ahí desde los tiempos en que no existían los relojes ni las prisas; los ficheros, los parquímetros, las farmacias de guardia o cualquiera de esos elementos que rompen nuestros ritmos naturales, que nos condenan a vivir de forma intemporal, desordenada e inhumana. Me gustan las campanas porque me recuerdan quién he sido. Porque son parte de mi vida. Porque son de las pocas cosas que siguen siendo igual que cuando yo era niña. Y que serán igual el día que me muera. Igual de sólidas, de intemporales, de entrañables.

De auténticas en fin…

#SafeCreative Mina Cb

(Campanario de la iglesia de San Nicolás en Tudela)

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