EL DESEO DE AMAR (Y SER CORRESPONDIDO)
La verdad es que hace mucho tiempo que lo pienso, pero hasta ahora no me he atrevido a confesarlo. Y es que no sé si será cosa de la edad o de esa ola de hedonismo (palabro que rima con egoísmo más que a la perfección) que nos invade y que considera cualquier anhelo amoroso como una minusvalía emocional, voy observando cada vez con más frecuencia el pudor que el personal muestra a la hora de hablar de sus necesidades afectivas.
Me explico:
Desde que entró en vigor esa corriente que defiende que el deseo de tener una pareja es reflejo de una soterrada falta de autoestima (no estás incompleta y blablablá…) que se traduce en dependencia emocional, a la peña le da vergüenza a reconocer que le gustaría tener a alguien que le hiciera cariñitos cuando se sientan en el sofá. De hecho, si buceas por alguna de esas aplicaciones de ligoteo te encuentras con un montón de perfiles sin rostro que justifican la ausencia de imagen con la frase “no pongo fotos por motivo de trabajo, pero las mando sin ningún problema por privado”. Como si en el caso de que su jefe o jefa le diera una vuelta por esas redes de Eros y se encontrase con su subordinado buscando amor, o sexo, o lo que quiera que cada cual busque en esas plataformas virtuales, le fuera a suponer, en el mejor de los casos una bromita piadosa y en el peor, un despido fulminante.
Y es que si dices que la soledad te pesa y que te gustaría tropezarte con alguien que te acompañe en el camino, lo cual no forzosamente implica que se instale en tu casa o se convierta en tu sombra; si lo dices en voz alta me refiero, el personal te mira como si fueras una venusiana. Y están desde quien te insinúa que eres una dependiente emocional hasta quien culpa a Disney, al catolicismo a ultranza y al heteropatriarcado, que el pobre parece ser el culpable de todos los males de la modernidad. Claro que también hay quien, alentado por tu valentía, se atreve a confesar en voz bajita que le pasa lo mismo pero que le avergüenza reconocerlo en público.
Y de este modo, mientras que toda clase de realidades diferentes van abriendo a patadas las puertas del armario en el que habían guardado durante decenios su vergüenza, las personitas y personitos que son felices cual perdices viviendo con sigo mismas pero aún así echan de menos a alguien que les achuche fuerte cuando la vida se pone cuesta arriba, o que directamente les dé un buen revolcón aunque haya que madrugar al día siguiente, siguen manteniendo en secreto du deseo por temor a ser juzgadas por algo tan humano como manifestar su necesidad de ser queridas.
En resumen: que al personal no le duelen prendas de reconocer que defrauda a hacienda, que le han quitado todos los puntos por conducir bebido o que le pone los cuernos al novio, pero le da corte reconocer que le gustaría enamorarse hasta las trancas.
Gilipollas que somos…
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
miércoles, 1 de octubre de 2025
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