EL MEDIDOR
Mi amigo Juan es independiente y superenamoradizo. Lo cual es una gran contradicción, ya que su independencia hace de él una persona incapaz de convivir con nadie y su facilidad para enamorarse hasta los tuétanos motiva que con demasiada frecuencia se acabe encoñando y pierda el control de la situación. Y luego es que está como un queso y se las lleva de calle. Y así, cada dos por tres, me viene con que ha conocido a la mujer de su vida. Y aunque al principio trata de guardar las distancias, como es un encantador de serpientes pues les acaba robando el corazón. Y entonces pasa lo que pasa. Y es que ellas, puesto que saben que lo de proponerle la convivencia es una batalla perdida que puede terminar además en espantada, lo que hacen es ir mudándose a su casa poco a poco en plan hoy unas zapatillas, mañana ropa cómoda y de repente, y aprovechando cualquier puente, aparecen con una maleta. Y eso ya no tiene vuelta atrás, porque la maleta hay que deshacerla para utilizar las prendas y así luego es más fácil dejarlas olvidadas en el armario. Y al próximo puente otra maleta, pero un poco más grande, para repetir la operación. Y así sucesivamente hasta que vacían el armario de su casa y ya no les queda más remedio que quedarse allí.
Y parece mentira, porque con lo listo que es le ha pasado lo mismo por lo menos tres veces. De modo que al final, y rendido a su incapacidad denegar a sus churris cualquier cosa, lo que ha hecho ha sido agenciarse un contenedor de esos de medir maletas que hay en los aeropuertos de low cost. Pero digamos que, más que a un equipaje de cabina, las dimensiones de ese receptáculo se ajustan mejor a las de una caja de zapatos. Y cada vez que una chica aparece con el maletón la manda para su casa a aligerar volumen hasta que el contenido de la valija se adecue a las medidas oportunas. Y sin opciones de equipaje de mano, por supuesto.
Las hay que ponen mala cara y no las vuelve a ver, pero la mayoría aceptan y continúan con el romance hasta que el amor se rompe. Cosa que viene a durar más o menos el tiempo que tarda en sorprenderlas tratando de desatornillar de la pared el cajoncito medidor.
#SafeCreative Mina Cb
Mi amigo Juan es independiente y superenamoradizo. Lo cual es una gran contradicción, ya que su independencia hace de él una persona incapaz de convivir con nadie y su facilidad para enamorarse hasta los tuétanos motiva que con demasiada frecuencia se acabe encoñando y pierda el control de la situación. Y luego es que está como un queso y se las lleva de calle. Y así, cada dos por tres, me viene con que ha conocido a la mujer de su vida. Y aunque al principio trata de guardar las distancias, como es un encantador de serpientes pues les acaba robando el corazón. Y entonces pasa lo que pasa. Y es que ellas, puesto que saben que lo de proponerle la convivencia es una batalla perdida que puede terminar además en espantada, lo que hacen es ir mudándose a su casa poco a poco en plan hoy unas zapatillas, mañana ropa cómoda y de repente, y aprovechando cualquier puente, aparecen con una maleta. Y eso ya no tiene vuelta atrás, porque la maleta hay que deshacerla para utilizar las prendas y así luego es más fácil dejarlas olvidadas en el armario. Y al próximo puente otra maleta, pero un poco más grande, para repetir la operación. Y así sucesivamente hasta que vacían el armario de su casa y ya no les queda más remedio que quedarse allí.
Y parece mentira, porque con lo listo que es le ha pasado lo mismo por lo menos tres veces. De modo que al final, y rendido a su incapacidad denegar a sus churris cualquier cosa, lo que ha hecho ha sido agenciarse un contenedor de esos de medir maletas que hay en los aeropuertos de low cost. Pero digamos que, más que a un equipaje de cabina, las dimensiones de ese receptáculo se ajustan mejor a las de una caja de zapatos. Y cada vez que una chica aparece con el maletón la manda para su casa a aligerar volumen hasta que el contenido de la valija se adecue a las medidas oportunas. Y sin opciones de equipaje de mano, por supuesto.
Las hay que ponen mala cara y no las vuelve a ver, pero la mayoría aceptan y continúan con el romance hasta que el amor se rompe. Cosa que viene a durar más o menos el tiempo que tarda en sorprenderlas tratando de desatornillar de la pared el cajoncito medidor.
#SafeCreative Mina Cb
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