miércoles, 22 de febrero de 2023


 

“BATIDA DE CAZA”

Si eres habitual de los caminos sabrás lo que sucede mucho antes de tropezarte con el cartel. Te avisarán, primero, los todoterrenos estacionados al lado de la vía. Y un cajón rodante con la inscripción “animales vivos”. Y ese otro remolque donde llevarán al muerto.

O a los muertos.

Y los gritos. Porque gritan mucho. Gritan una barbaridad. Sonidos que solo ellos entienden. Y los ladridos de los perros (los “animales vivos”, que a veces dejan de serlo cuando se ahogan tras caer al río o se despeñan por un barranco, “hemos perdido a uno”, dicen, como si fuera un boli) “moviendo la presa”, que es como creo que lo llaman (ni me voy a molestar en buscarlo en el google) y luego ya el cartel, “Batida de caza”, con todos los datos para que veas que es legal y no te quejes si se escapa un cartucho. No haber pasado.

A los de las escopetas no los ves porque están entre la fronda. Solo te cruzas con los del walki (que no se para qué lo necesitan con lo que gritan), que llevan chaleco reflectante (debe de ser para evitar la perdigonada, una cosa más para echar a la mochila del caminante, que a nosotros nadie nos avisa antes de salir de casa) y están controlando no sé qué. Eso o que no hay armas para todos y disparan por turnos, pero el caso es que siempre hay gente por ahí que sabes que son de la batida por los chalecos y que me imagino que alguna misión cumplen pero como que tampoco voy a ir al google a mirarlo.

Pero a lo que iba. Que sabes lo que pasa pero no lo ves. Y como no lo ves no sufres. O sea sí pero menos que si lo vieras. Y procuras no hallarte en el compromiso de saludarlos porque te da miedo que te salga la vegana radical que llevas dentro y les sueltes alguna barbaridad a la que te respondan eso de que ellos son los mayores ecologistas y que su papel es fundamental para el equilibrio del ecosistema. Y que lo de la caza viene de la prehistoria, mira si no las pinturas rupestres. Y claro, tú tengas que responder que también el tráfico de esclavos era lo más normal del mundo hace quinientos años y que hasta hace prácticamente cuatro días si a una mujer se le ocurría ir a la policía a decir que su marido le pegaba le decían eso de “Algo habrás hecho” y la mandaban a su casa. Y claro, pasas deprisa y callada como una muerta pero ya de muy mal café y a la vuelta, casi la hora del vermú, te cruzas con los intrépidos, ya con el arma enfundada, dispuestos a irse a echar la merecida caña tras el deber cumplido.

A un lado del camino yace la presa (suele tocarles a poco animal por cazador, en eso les llevan ventaja los toreros), con sus balazos, esperando ser colocada sobre el remolque donde, a veces, permanecerá, rodeada de moscas, expuesta a pública visión en la plaza de la villa (son cosas de pueblo, me dijo un día un amigo que salva salamanquesas) para que los niños y niñas del terruño se vayan empapando de la cultura popular.

#SafeCreative Mina Cb

Ojalá después de los toros vaya esto.

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