jueves, 16 de junio de 2022


 

EL ESPID

Sí; ya sé que me vais a decir que está mal escrito. Que se pone “speed”, que en inglés significa velocidad. Pero es que yo soy una absoluta ignorante en lo que al mundo de los estupefacientes se refiere. Dos porros me fumado a lo largo de mi vida, por supuesto compartidos, y eso no me va. Ese muermo y esa inoperancia y ese ayquemelevantaríadelasillaperoquenopuedo no son para mis nervios. Y qué decir de la heroína, que para mí la heroicidad hubiera sido acertar con la vena, que las tengo tan móviles y finas que cuando me tienen que sacar sangre me voy a casa con el antebrazo lleno de agujeros y una sola extracción, y eso que el pinchazo te lo da un profesional. Y en lo tocante al ácido, y con esa tendencia a la fabulación que tengo, nunca me atreví a probar los tripis (el miedo del que hablaba ayer) porque soy de las que hubieran saltado por la ventana agitando los brazos cual vencejo. O sea que, en materia de drogas, los efectos los conozco digamos que de modo presencial. Bueno, más que conocerlos en algunos casos los he sufrido, como cuando, ya aburrida de tus amigos emporrados que se han convertido en un muermazo, te vas a la cama a las dos de la mañana con diecisiete años, que es como recogerse a las ocho con cincuenta. O por los siniestros tiempos de la heroína, cuando Herrerías se convirtió territorio zombie, que menudo miedo daba pasar por ahí igual de día que de noche.

Es por eso que me jode tanto esta nueva moda del speed, no sólo porque fríe el cerebro de quien lo consume (la droga es un asunto serio aunque se trate en broma) sino porque agota la paciencia de quien está a su alrededor. Y no hablo de esos sincopados movimientos en que a menudo prorrumpen los que ingieren tan sustancia, sino de esa manía que tienen algunos de empezar a gritar como si estuvieran a punto de rajarlos en canal como a lechones. Que el otro día estaba yo tranquilamente en una terraza con un par de colegas y entró al bar un fulano de esos. Imaginaos la escena: domingo por la tarde, aún de día, ambiente tranquilo, música chupi, buena compañía… y el cavernícola que anuncia a gritos a la tribu que vuelve de la caza del mamut. Y entonces digo que, puesto que a la droga le echan tanta mierda, ya podían al speed meterle alguna sustancia que dejase a sus consumidores afónicos en el momento en que lo toman. Que ellos se lo iban a pasar igual de bien pero que el resto no tendríamos que soportar sus punzantes alaridos.

En fin, yo ahí lo dejo... Que lo mismo hasta me lee alguien que se dedique a tales menesteres.

#SafeCreative Mina Cb

No hay comentarios:

Publicar un comentario