domingo, 5 de junio de 2022


 

CON ZAPATILLAS

Me debo de estar haciendo muy mayor porque hay modas que me chirrían. Y no hablo de los pantalones a medio culo y su manía de ir mostrándole la hucha a quien no la quiere ver; ni siquiera de esas camisetas cuya sisa llega hasta la cintura y que te hacen ver la barriga del portador en vivo y en directo; o esos conjuntos de dos piezas que llevan las mocitas, que algunos dicen que van como desnudas pero a ver cuándo te vas a poner eso si no es a los veinte años...

No. Hablo de esa tendencia, cada vez más en boga, de las zapatillas deportivas para todo. No la deportiva decathlonera con la lengüeta vuelta para fuera y los cordones de espiguilla. No, no… Me refiero a la zapatilla de tenis customizada esa que ahora llevan las niñas con los vestiditos cortos y que les queda tan mona. A las niñas digo. Porque de repente te tropiezas con una señora algo mayor que tú (que ya es ser mayor) con su bolso de marca y un vestido en lino blanco divino de la muerte, que por el corte y el tejido le ha tenido que costar un ojo de la cara, y te das cuenta de que, oh cielos, va calzada con unas zapatillas de cordones de polipiel (creo, que yo no entiendo mucho de materiales) y aún encima ¡con calcetines tobilleros! O sea que por las pintas de la pava me imagino a su hija (que ya la habrá hecho abuela) saliendo de esa guisa de su cuarto con quince años, de puntillas y esquivando la salita de té para no tropezarse con mamá y que la haga volver a la alcoba de-in-me-dia-to a quitarse ese horror de zapatillas, y me digo para mis adentros que, cuando las lectoras del Vogue que ya peinan canas debajo de las mechas rubias, adoptan un calzado tan impropio es que la elegancia, definitivamente, está llegando al fin de su existencia.

Cosa de la que no sé si me alegro.

#SafeCreative Mina Cb 

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