martes, 27 de abril de 2021


 

LA VIDA EN ROJO

Llevo desde ayer con el tímpano encharcado. Creo que ha sido por teñirme de rojo, que a mi madre no solía hacerle gracia. Me apetecía violeta, que además mancha menos el lavabo, pero no encontré, que parece mentira pero esto sigue siendo un pueblo.

Pero a lo que iba. Sucedió al aclararme. Litros y litros de agua hasta que cae limpia y claro, siempre se cuela algo por los conductos auditivos. Sólo que luego, zas, te das un golpecito al otro lado y plotch, sale la gota, que da mucho gustito, y a otra cosa mariposa. Pero ayer no; ayer di golpecitos, y salté, que es un consejo que me dio de pequeña la carnicera del barrio, que en sus años mozos fue enfermera, y no hubo forma. De modo que salí a dar una vuelta y a volver a casa le escribí a una amiga sanitaria que me recomendó que no hiciera nada, que ya saldría solo. Y que durmiera del lado del tapón. No quise decirle que llegaba tarde porque hacía unos minutos me había metido varios bastoncillos, alguno hasta casi sacármelo por la nariz, que salieron con la punta carmesí y que, aunque en principio parecieron abrir el conducto, lo cierto es que lo que hicieron fue empujar hacia adentro la gotita y crear, en cuanto me enderecé, una sensación como de acuario cerebral que se agita cada vez que sacudo la cabeza, y que sólo mejora temporalmente cuando duermo (el tapón tampoco se deshizo milagrosamente durante la noche) o cuando, dentro de un centro comercial, salto al tiempo que me doy golpecitos tras el oído, de modo que llevo horas imaginando a mis neuronas yendo de un lado a otro con manguitos y un poco temerosa de que esta pecera timpánica no vaya a vaciarse por sí misma y todo el contenido de mi cavidad craneana se vaya sonrojando poco a poco. Y que el efecto llegue hasta mis ojos y el tecnicolor desaparezca para siempre de mi vida y empiece a verlo todo como Kim Novak en Vértigo, de Hichcock, cuando le daban los ataques.

#SafeCreative Mina Cb

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