Queridos papá y mamá:
Ya perdonaréis que no os lleve flores pero bien sabéis ambos que no soy muy de cumplir con según qué tradiciones por obligación. Sé que lo entenderéis, como entendíais que no fuese a las comidas de Navidad. Al final acabasteis aceptando que os había salido una hija rara y todos vivimos tan felices, que así es como deben ser las cosas.
La verdad es que, aunque esté mal decirlo, casi me alegro de que no estéis aquí ahora, con la que está cayendo. Si hasta para ir al cementerio hay aforos este año. Por lo del Covid, que no sé si os habréis enterado pero es un virus muy puñetero que llegó en marzo a España. Nos tuvieron dos meses encerrados y ahora están otra vez aumentando los contagios y a saber qué pasará. Que no sabéis lo que me acuerdo de vosotros. De ti, mamá, que te ibas a echar la tarde con tus amigas de la residencia, que lleva cerrada más de seis meses. Y de papá, que no podía parar quieto; en cuanto acababa de comer se encendía el entrefino y se iba a dar una vuelta. En eso he salido a él, que si no puedo salir me convierto en un león cautivo, menuda mala leche se me pone.
Pues eso: que me alegro de que os hayáis librado de todo esto. Aunque desde que ninguno de los dos estáis aquí tengo una sensación de libertad muy rara. Y no me malinterpretéis porque eso no significa que no os eche de menos, sino que siento que puedo hacer lo que quiera sin preocuparme de que os guste o no. Porque cuando una es hija lo es para siempre. Y aunque seas mayor y te emancipes pues eso, siempre llevas el comecome en la cabeza. Que cuando la lías parda piensas eso de “ya verás cuando se entere mi padre”. Aunque luego el hombre no te diga nada porque ya lo hayas curado de espanto, pero tienes esa preocupación. Sobre todo si eres algo descerebradilla como yo y llevas una vida que dista un poco de lo convencional. Y andas con malas compañías: rojeras, feministas, gentes de ls farándula... y tíos que llevan el pelo más largo que tú. Que aun me acuerdo del tipo aquel con el que estuve, que cuando mamá coincidía con él le sacaba la tijera y le señalaba las melenas... de broma, sí, pero lo hacía. Y el chaval, que era extranjero, sonreía como un bobo mientras mi madre y yo nos partíamos de risa. Y es que se acabó volviendo hasta moderna. Mamá digo. De hecho, yo pienso que, de haber nacido en estos tiempos, hubiera sido como yo. Pero no le quedó opción. Y la verdad es que tuvo suerte contigo, papá, porque eras un fuera de serie. Como padre, como marido y como compañero. Aunque fueras tan distante y riñéramos tanto con ese geniacho que tenemos los dos. Pero al fin ya ves: ahora vienes siempre que te llamo por las noches. Vienes y te sientas a mi lado, en el borde de la cama, y espantas a mis miedos como cuando era niña. Tal vez por eso en días como este no me siento apenada. Porque sé que la muerte está ahí, como la vida. Y que es un paso más que vosotros ya habéis dado y que yo habré de dar un día. Y porque también sé, porque me lo dijeron el martín pescador y las garcetas, que tú esperaste a mamá para acompañarla y que ahora está contigo. Que es donde ella quería estar desde que te marchaste.
Por eso no estoy triste.
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
domingo, 1 de noviembre de 2020
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