VISIÓN Y ESTÉTICA
Creo que a las personas mayores casi no nos salen granos de pus en la cara porque ya no vemos para reventárnoslos. Pasa justo al revés con el bigote: que los tíos dicen que las mujeres de cierta edad nos descuidamos pero no. Es que nos ponemos delante del espejo y la vista no nos da para apreciar la pelusilla. Por eso no te das cuenta hasta que un día sacas la lengua y te lo tocas. Y entonces es ya el escobón de un casco de romano. Y claro, una no se pone las gafas de cerca para hacerse la toilette matinal porque no es plan. Te tienes que lavar la cara, ¿o no? Y lavarse la cara con las gafas puestas es difícil. Y no existen lentillas que solo funcionen para cerca. O lo mismo sí que existen, pero si aún encima de mayor eres despistada y un poco pendón, lo más fácil es que se te olvide que las llevas puestas. Y no ganes para colirios. Claro que en ese caso la irritación sí que la verías al ponerte ante el espejo. O tal vez no. Por el lagrimeo digo. Y al bigote y los granos sin reventar tendrías que sumar una conjuntivitis. Vamos, como para que te dieran el título de “Miss madurita interesante”. Y luego menos mal que la regla se retira, porque hace poco cayó en mis manos el prospecto de una caja de tampones y eso no lo leo yo ni con prismáticos. Madre mía de mi vida, vaya letra. Que menos mal que te lo aprendes en seguida (el proceso digo), porque si una mujer tuviera que leer eso cada vez que va a ponerse un tampón, entre el móvil y el folleto nos quedábamos todas ciegas antes de cumplir los veinte. Y a ver qué sistema de pensiones aguanta semejante carga.
Pero a lo que iba. Que yo veo a mis amigas maquilladas y alucino. Esa raya dentro del ojo... ¿cómo se la hacen? ¿Tienen un monóculo para poder pintarse? ¿Son ambidextras y se pintan el ojo izquierdo con la mano derecha mientras que con la zurda sostienen la lente y viceversa? ¿Y cómo hacen para sujetarse el párpado inferior al mismo tiempo? Porque yo no podría. Lo de los labios aún, que con las gafas puestas una puede perfilar a gusto y luego rellenar, que ya es más fácil. Pero lo de los ojos es que no lo veo... me parece un prodigio. Un don que no cualquiera tiene. Yo desde luego no. Que ya empleo las gafas hasta para dibujar el monigote del seis y el cuatro. Como para levantarme a las siete, lavarme la cara y ponerme con la sesión de malabarismo facial. Que si hay clientas que me riñen el día que voy al curro sin el moño, no quiero imaginarme lo que me iba a oír de aparecer en la caja con la raya torcida. Pues menudas son ellas. Y luego mi madre, la pobre, que el día que se casó mi hermana me dijo que por qué no me pintaba un poco y cuando salí del baño me miró con resignación y me soltó: “mejor quítatelo”.
Y eso que entonces tenía buena vista.
#SafeCreative Mina Cb
Creo que a las personas mayores casi no nos salen granos de pus en la cara porque ya no vemos para reventárnoslos. Pasa justo al revés con el bigote: que los tíos dicen que las mujeres de cierta edad nos descuidamos pero no. Es que nos ponemos delante del espejo y la vista no nos da para apreciar la pelusilla. Por eso no te das cuenta hasta que un día sacas la lengua y te lo tocas. Y entonces es ya el escobón de un casco de romano. Y claro, una no se pone las gafas de cerca para hacerse la toilette matinal porque no es plan. Te tienes que lavar la cara, ¿o no? Y lavarse la cara con las gafas puestas es difícil. Y no existen lentillas que solo funcionen para cerca. O lo mismo sí que existen, pero si aún encima de mayor eres despistada y un poco pendón, lo más fácil es que se te olvide que las llevas puestas. Y no ganes para colirios. Claro que en ese caso la irritación sí que la verías al ponerte ante el espejo. O tal vez no. Por el lagrimeo digo. Y al bigote y los granos sin reventar tendrías que sumar una conjuntivitis. Vamos, como para que te dieran el título de “Miss madurita interesante”. Y luego menos mal que la regla se retira, porque hace poco cayó en mis manos el prospecto de una caja de tampones y eso no lo leo yo ni con prismáticos. Madre mía de mi vida, vaya letra. Que menos mal que te lo aprendes en seguida (el proceso digo), porque si una mujer tuviera que leer eso cada vez que va a ponerse un tampón, entre el móvil y el folleto nos quedábamos todas ciegas antes de cumplir los veinte. Y a ver qué sistema de pensiones aguanta semejante carga.
Pero a lo que iba. Que yo veo a mis amigas maquilladas y alucino. Esa raya dentro del ojo... ¿cómo se la hacen? ¿Tienen un monóculo para poder pintarse? ¿Son ambidextras y se pintan el ojo izquierdo con la mano derecha mientras que con la zurda sostienen la lente y viceversa? ¿Y cómo hacen para sujetarse el párpado inferior al mismo tiempo? Porque yo no podría. Lo de los labios aún, que con las gafas puestas una puede perfilar a gusto y luego rellenar, que ya es más fácil. Pero lo de los ojos es que no lo veo... me parece un prodigio. Un don que no cualquiera tiene. Yo desde luego no. Que ya empleo las gafas hasta para dibujar el monigote del seis y el cuatro. Como para levantarme a las siete, lavarme la cara y ponerme con la sesión de malabarismo facial. Que si hay clientas que me riñen el día que voy al curro sin el moño, no quiero imaginarme lo que me iba a oír de aparecer en la caja con la raya torcida. Pues menudas son ellas. Y luego mi madre, la pobre, que el día que se casó mi hermana me dijo que por qué no me pintaba un poco y cuando salí del baño me miró con resignación y me soltó: “mejor quítatelo”.
Y eso que entonces tenía buena vista.
#SafeCreative Mina Cb
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