miércoles, 30 de septiembre de 2015



ALMAS MIGRATORIAS

Existen pululando por el éter almas migratorias que se instalan en el interior de las personas. No de todas, desde luego, sino de algunas sólo. Y no llegan con ellas; esto es, no las habitan desde el momento mismo de su nacimiento o de su concepción, sino que se acomodan en su interior en un momento dado, cuando se las tropiezan y les parecen idóneas para su propósito. Porque esas almas inquietas y errabundas vienen ya de otras vidas poseídas en pasados recientes y remotos. Son almas sin hogar, que van pasando de un lugar a otro, sembrando de inquietudes (no necesariamente negativas) las existencias de los seres s los que escogen como refugio. Y que desde ese mismo instante ya no vuelven a ser los mismos nunca más. Y se da entonces una situación dual en la persona poseída, porque por una parte saben que ya no se pertenecen a sí mismos, pero por otra se despliega ante sus ojos un paisaje que jamás hubieran sido capaces de imaginar. Y ya no son de aquí. Ni son de allá. Ni son de nada ni de nadie. Y van atravesando carreteras y puentes, a pie y hasta descalzos a menudo, y deteniéndose con frecuencia para contemplar aquello que llama su atención o para departir con otro caminante. Pero jamás construyen una casa. Ni siquiera establecen campamentos en los que pasar los meses más duros del invierno. A lo más que llegan, y eso de vez en cuando, es a vivaquear, si encuentran algo que realmente les fascina, y a pasar unas horas, o unos días explorando el terreno y confraternizando con los habitantes de la zona para, al cabo de algún tiempo, sentir que el espacio se achica por momentos y salir despavoridos, a veces olvidando incluso parte de sus escasas pertenencias, al descubrimiento de paisajes adornados con matices diferentes. Y así pasan la vida, caminando sin pausa con rumbo al infinito. Hasta el momento en que la muerte los sorprende en un recodo del camino y su alma escapa, ágil y oportuna, en busca de otro nuevo mortal en que alojarse.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora

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