viernes, 13 de febrero de 2015



DON CARNAL Y DON CUPIDO
Tan enfrascados nos hallamos en los preparativos del Carnaval que se nos ha pasado por alto la inminencia de la entrañable fiesta de San Valentín.
De modo que no intentes escurrir el bulto y empieza ya mismo a devanarte los sesos en busca de ese espléndido regalo que resarza (¡¡¡por fin!!!) a tu sufrida pareja de tanto best-seller de última hora, tanto ramo de claveles del mercadillo y tanto estuche de colonia y desodorante. Porque hay regalos que más que un halago son un insulto, en plan "échate colonia que hueles que apestas" o "a ver si te culturizas un poco que no has leído desde los test del carnet de conducir".
Y ya te vale también con lo de la cenita; que tu consorte está hasta el gorro de la tontería de todos los años. Bueno, y tú también, reconócelo. Si además siempre pasa lo mismo: como te acuerdas a última hora, en los garitos chachis ya no queda sitio, y acabas en el tabernucho del barrio, ese donde cada Sábado una caña, una chapata y una ración de bravas te salen por ocho o diez aurelios por cabeza y donde sin embargo esa noche, por ser la que es, lo van a convertir en una especie de pizzería-puticlub. O sea, que van a organizar lo que se llama una “velada romántica”, que no consiste en otra cosa que en que el dueño del local arranque las cortinas de cuadros de la cocina para colocarlas en lugar de los manteles de papel de toda la vida y luego plante en cada mesa un candelabro con tres velas aromáticas (de ahí lo de "velada") de los chinos que te tienen narcotizado permanentemente y hacen arder el tapete en cuanto empiezan a derretirse. Y que además se marque un menú de redacción pomposa (rôtidecriadillasdeaguiluchoconchantillydefoiedemorascaramelizadoaljerezdemalasiaconverduritasalgraténymoussedekalimotxodeshidrolizada) para justificar el hecho de ir a tardar tres horas en servirte y sacudirte una clavada de las que hacen época. Y pobre de ti si no eres un amante de la nouvelle cuisine ni te gustan el foie o el vinagre de Módena, porque entonces te vas a ir a casa con el estómago vacío. Eso sí, con la vajilla se esmeran; aparcan la Arcopal y te sacan toda la cena en unos pedazos de platos rectangulares con dibujos geométricos que tú ya no sabes si son para que no veas el vinagre o para justificar los 45 aurelios que te van a sacudir por el fiestorro.
Pero una noche es una noche y nuestro amorcito se lo merece todo. De modo que, si no quieres que mis divagaciones se conviertan en augurio, ya estás llamando ahora mismo al Villa de Torrejón o a alguno de esos hoteles glamourosos donde seguro que hasta hay barra libre y karaoke después de la cena. Y con suerte puedes ir disfrazáo. Y en el pack te incluyen la cama para que te ahorres el multazo por conducir ciego de cubatas.
Y para terminar, un consejo: No mezcles churras con merinas y ten claro hasta dónde llega Carnaval y dónde empieza San Valentín. Sobre todo a la hora de hacer las compras. Que lo mismo pillas a la dependienta despistada, te empaqueta los cachivaches al revés y a ver qué haces entonces, porque la cara que van a poner tus colegas cuando vean el conjunto de lencería de encaje, liguero incluido, que acabas de sacar de la bolsa, no va a ser nada comparado con el careto que se le va a quedar a tu chica al desenvolver el par de tetas de goma del disfraz de vigilante de la playa.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Fauve Artiste Peintre

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