RUMORES
El otro día pusimos a un conocido tudelano a la altura de Perales. No diré el nombre porque me da que el tipo es un pelín supersticioso pero nos lo cargamos por las bravas. Así, sin anestesia ni convalecencia previa. Alguien se lió con el apellido y mandó al otro mundo al que no era.
Fue en la caja del súper, cómo no. Estaba yo a lo mío, bip bip bip con el escáner, quiere bolsa, tarjeta Eroski sí o no, y escuché el nombre como entre una nebulosa. Tiene que ser otro, me dije sin abrir la boca. Y cuando las damas llegaron a mi altura me lo soltaron en primicia: “Se ha muerto Fulanito”, me dijeron. Y yo dije que era imposible porque el día anterior lo había visto, pero a ver, todos sabemos que eso de morirse es lo que es y que el único requisito indispensable es estar vivo, de modo que eché mano de toda mi mano izquierda y dije aquello de: “Bueno, bueno, mantengamos la calma que lo mismo no es ese, que en Tudela somos muy amigos de matar a la gente antes de tiempo y luego te los encuentras por la calle y vaya plancha”. Y mencioné, para reforzar el argumento, la vez aquella que una clienta dijo que habían puesto una bomba en el Terraplén y la mitad de la peña salió despavorida del local. Y la verdad es que la cosa funcionó pero el rumor es lo que es y me quedé en estado de shock, pensando en las consecuencias (que no serían pocas) de la desaparición del personaje y en la conmoción que iba a causar en la ciudad. Y desde luego sin abrir la boca hasta no tener más pruebas. Y menos mal, porque al rato apareció la susodicha y, asomándome a la puerta, me aclaró, haciendo suya mi expresión: “Tranquila, que lo hemos matado antes de tiempo.” Y me invadió, ya que el muerto era otro, una sensación como de alivio con reservas, que es un sentimiento raro y un poco egoísta que te llega cuando sabes que esta vez no le ha tocado a alguien cercano.
#SafeCreative Mina Cb
El otro día pusimos a un conocido tudelano a la altura de Perales. No diré el nombre porque me da que el tipo es un pelín supersticioso pero nos lo cargamos por las bravas. Así, sin anestesia ni convalecencia previa. Alguien se lió con el apellido y mandó al otro mundo al que no era.
Fue en la caja del súper, cómo no. Estaba yo a lo mío, bip bip bip con el escáner, quiere bolsa, tarjeta Eroski sí o no, y escuché el nombre como entre una nebulosa. Tiene que ser otro, me dije sin abrir la boca. Y cuando las damas llegaron a mi altura me lo soltaron en primicia: “Se ha muerto Fulanito”, me dijeron. Y yo dije que era imposible porque el día anterior lo había visto, pero a ver, todos sabemos que eso de morirse es lo que es y que el único requisito indispensable es estar vivo, de modo que eché mano de toda mi mano izquierda y dije aquello de: “Bueno, bueno, mantengamos la calma que lo mismo no es ese, que en Tudela somos muy amigos de matar a la gente antes de tiempo y luego te los encuentras por la calle y vaya plancha”. Y mencioné, para reforzar el argumento, la vez aquella que una clienta dijo que habían puesto una bomba en el Terraplén y la mitad de la peña salió despavorida del local. Y la verdad es que la cosa funcionó pero el rumor es lo que es y me quedé en estado de shock, pensando en las consecuencias (que no serían pocas) de la desaparición del personaje y en la conmoción que iba a causar en la ciudad. Y desde luego sin abrir la boca hasta no tener más pruebas. Y menos mal, porque al rato apareció la susodicha y, asomándome a la puerta, me aclaró, haciendo suya mi expresión: “Tranquila, que lo hemos matado antes de tiempo.” Y me invadió, ya que el muerto era otro, una sensación como de alivio con reservas, que es un sentimiento raro y un poco egoísta que te llega cuando sabes que esta vez no le ha tocado a alguien cercano.
#SafeCreative Mina Cb
No hay comentarios:
Publicar un comentario