viernes, 8 de septiembre de 2023


 

MARÍA

Fue mucha María. Mucha. Y lo fue como hay que serlo, osea cuando era difícil. Porque las cosas tienen mérito cuando los demás no se atreven. Y ella se atrevió, vaya si lo hizo. Se atrevió a cantar esas canciones de pasión arrebatada cuando este país se hallaba aún inmerso en el landismo. Y a desafiar a la censura. Fue mujer de una pieza. Mujer de rompe y rasga. Mujerón. Adelantada a su tiempo y más empoderada que muchas miembras del departamento de igualdad. Porque lo suyo fueron huevos más que ovarios. Porque en sus tiempos los ovarios servían para lo que servían, o sea para reproducirse. Y a las mujeres atrevidas les tocaba tener huevos, que era lo que tenían los hombres.

Era bella y sensual y lo sabía. Lo sabía y lo explotaba. Pero lejos de ser mujer objeto, se convirtió más bien en la portavoz de una generación de féminas que estaba un poquito harta de tanto rezo y tanta mea culpa. Y cantó con vehemencia, arremangándose el vestido, ese “En la oscuridad”, que no podía ser más gráfico. Aunque al censor, sin duda arrebatado por ese torbellino, se le escapase el mensaje y pidiera sólo que le retocaran el largo de la falda. Y más tarde se marcó ese “Se acabó”, en el que dejaba muy clarito que no hay por qué aguantarlo todo. Y se casó y se descasó con Pepe Sancho, que podía ser un calavera pero menuda fiera con que se tropezó. Y ya mayor y un tanto decadente aunque no por ello menos glamourosa, se atrevió con Sabina (“ni yo bordo pañuelos ni tú rompes contratos”) a demostrarle a España que no había perdido un ápice de su energía. Y paseó su palmito, tocada con el plumaje de un pavo real, por los escenarios de un país que hacía décadas que había profanado la palabra “libertad”. Y el miércoles, con setentaytrés más que bien vividos y una trayectoria artística que para sí quisieran muchas, se bajó para siempre del tablado.

Hasta siempre, María. Ojalá hubiera muchas como tú.

#SafeCreative Mina Cb

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