DESDE LEJOS

Tuve un amor de mi vida telefónico. Quiero decir de esos que lo eran todo pero desde lejos. Un amor estacional de los de para lo bueno sólo. Un amor chupi sin averías del coche ni facturas de la luz. Un amor ideal, o eso creíamos al menos al principio. Un amor de somos libres y luego ya veremos. Un amor de los que te dejan tanto tiempo para ti que parece que estás sola. Un amor de mucho sudor y muchos achuchones y mucha pasión en el reencuentro. Un amor feliz como perdiz sin cazador. Un amor de tocarse mucho cuando tocaba y de llamarse o escribirse mucho cuando no tocaba. Tanto que al cabo de unos meses el debe y el haber entre palabras y lujuria era desorbitado. Desorbitado de verdad. Tanto que aquello más que amor parecía un contrato con Masmóvil. Tanto que las palabras se nos iban comiendo lo demás. O sea el ocio, la familia, los amigos. Tanto que la pantalla se convirtió en lo que deberían haber sido las sábanas pero sin piel. Tanto que de tanto oír y leer y ver sin tocar la frustración se hizo fuerte entre nosotros y al final ya no sabíamos si aquello era amor o videochat. Tanto que se nos acabó olvidando lo que éramos antes de inventarnos ese amor libre y ficticio que ninguno de los dos se atrevía a realizar, o sea hacer real con sus facturas y sus atascos de las cañerías y sus hoyhetenidoundíahorribleeneltrabajoasíquenomehables. Tanto que casi aparcamos nuestras vidas humanas para entregarnos tan sólo a esa devoción virtual.
Tanto que al final se llenaron de dudas los cristales, y los diálogos dieron paso a los reproches, y en los reencuentros los jadeos fueron remplazados por las lágrimas. Hasta el día en que amaneció el silencio telefónico y las palabras que ninguno se atrevía a pronunciar salieron de los dedos, pesarosas y coléricas, y lo virtual se hizo pedazos y ya sólo quedó el recuerdo de unas pieles que un día fueron fuego pero nunca amor.

Porque el amor no se resigna a la distancia.

#‎SafeCreative‬ Mina Cb