LAS RECETAS "DE LA ABUELA"

Estoy un poco harta, la verdad. Harta de los anuncios, harta de los envases y harta, sobre todo, de la poca visión de los publicitarios. Y es que cada vez que veo un producto con el apellido “de la abuela” (me da igual patatas, magdalenas, croquetas, lo que sea) me suben el colesterol, los triglicérdidos, la bilirrubina y hasta la leche no habiendo sido madre.

A ver, señores (porque tienen que ser tíos) creativos: que lo de la agüela del moño está desfasadísimo. Del moño y el pelo blanco. Y el delantal y los anteojos. Que esas eran las abuelas de cuando yo era cría, que con sesenta años aparentaban ochenta y con ochenta cien, si es que llegaban. Y con cien tenían dos pelos, medio diente y menos carne que un ciempiés. Y si hacían croquetas y bollos y de todo era porque se pegaban la vida en casa, mirando la tele y oyendo a la Elena Francis. Y porque si salían, para las ocho estaban entre fogones preparando la cena a la familia. Y no sabían lo que era un puente, ni una quedada ni un low cost. Pero las abuelas de ahora van a cursos de baile y de informática, y quedan con sus amigas para salir de vinos, y vuelven piripis a casa y si su marido se queja le dicen que ahí tiene el congelador y el microondas. Las abuelas de ahora, mis queridos milenials, han sido hippys, han fumado hierba y puede que alguna hasta haya follado con más personas que vosotros. Y ojito cuidadín porque las que les siguen, que son las de la generación del baby boom, crecieron en los ochenta, llevaron el pelo de colores y algunas hasta fueron punkys y salieron a la calle con collares de pinchos e imperdibles colgando de la oreja. Y la receta que mejor se les solía dar era la del pastel de marihuana. De modo que dejad, por favor, de ver películas de Disney y chuparos unos cuantos capítulos de “La Edad de Oro”, más que nada porque Paloma Chamorro, de seguir viva, tendría más de 70 tacos. Y Alaska, por ejemplo, va a por los sesenta.

De nada, visionarios.

#SafeCreative Mina Cb