FALSA ALARMA
Llego a casa toda feliciana. Hace un día precioso, hoy curro menos horas, vengo del río y tengo comida rica. Abro la puerta de la entrada y veo una carta en el buzón. A mi nombre y con pinta de oficial. Ostia, la Degeté. Empiezo a darle vueltas. Los últimos desplazamientos y en qué plan. Domingo y lunes cogí el coche pero no rebasé los límites. No escandalosamente al menos. O sea en plan estacazo de radar. Y vamos, que si así hubiera sido la sanción no me llega para el miércoles. Y los de la renovación del permiso me dijeron que tardaban dos meses en mandarlo y la cursé hace tres semanas, o sea que es muy pronto.
Vuelvo a mirar el sobre con esa desconfianza propia de quien teme lo peor. Lo tanteo por ver si palpo una tarjeta. Rien de rien. Lo rasgo un poco mientras murmuro quenoseaunamulta quenoseaunamulta quenoseaunamulta y en esto que asoma un papel coloreado. Joder, aún encima con coñas, pienso, mientras extraigo, más tranquila (los sancionadores no suelen ser muy de andarse con bromitas) el contenido, que es un folio plegado con el permiso de conducir pegado al interior.
Respiro aliviada al tiempo que me cago en toda la parentela del de la Degeté por mandar por ordinario semejante documento y me digo que soy tonta del culo por haberme preocupado.
De haber sido una multa, me la hubiera traído el cartero, certificada y con acuse de recibo.
Y no se hubiese marchado sin la firma.
#SafeCreative Mina Cb
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