NOSTALGIA
Ayer a última hora tuve un ataque de nostalgia. Todo ayudaba, la verdad: la distancia, el aislamiento, el hartazgo de televisión y hasta esa lluvia a media tarde que dejó tras de sí un atardecer de aromas húmedos que invitaba a salir al exterior.
Entonces me acordé. Regresó a mi cabeza con el aire agridulce que nos traen aquellos recuerdos de lo que, sin saberlo, hicimos por última vez. Me costó ubicarlo por la frecuencia con que sucedía, pero al fin lo vi claro: había sido el martes y contigo, sobre el murete de piedra que hay frente a la iglesia de mi barrio, a pleno sol y con la gente y los coches transitando por la calle. Fueron dos, algo insuficientes en comparación con la medida acostumbrada, pero que disfrutamos con el mismo deleite de ocasiones más espléndidas. Las cigüeñas sobrevolaban las torres del edificio románico y yo tenía que trabajar aquella tarde, de modo que en cuanto terminamos entramos a pagarle al camarero y nos fuimos cada uno a nuestra casa.
Desde entonces ya no he pisado un bar.
#SafeCreative Mina Cb
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