CUANDO NOS DEN EL ALTA
Casi me extraña, con esta temporada que llevo que parece que me ha mirado un tuerto, no haber aceptado este año esa invitación a las Fallas que me hace siempre mi prima de Valencia. Aceptarla en condiciones, digo, en plan pedirme vacaciones y comprar billetes con antelación. Y luego irnos a Menorca en barco y despelotarnos en alguna playa bien untadas de crema de protección solar.
Y digo que me extraña no haber aceptado precisamente porque se han suspendido. Y hubiera sido una faena haber preparado la excursión, con lo que a mí me gustan los petardos, y luego no ver arder a los muñecos. Claro que nos hubiera quedado la opción del despelote menorquín, siempre que hubiera funcionado el servicio de barcas y llevando unos guantes y unas mascarillas para la ocasión, que nunca sabe una si el portador del virus puede andar por allí disfrazado de Adán.
Aunque parece que las Fallas no van a ser lo único Se han suspendido las fiestas de la Magdalena y se habla de la Semana Santa, que ya veremos porque en España se puede tocar todo menos al Altísimo. Que, por cierto, como tiene plena potestad sobre la vida humana, ya habrá decidido de antemano quién se salva y quién no y por tanto los homenajes que se le profesen se hallan exentos de riesgo. Pero de lo demás, o sea de lo profano, me da que van a suspenderlo todo: fiestas, conciertos, exposiciones... todo aquello que suponga una congregación de aspirantes a infectados.
Así que miedo me da el día que nos den el alta a todos y se empiecen a programar los actos postergados porque esto va a ser un fiestón. Que ya me veo yo a los de los bombos por la calle Caldereros el 26 de Julio, con toda la carrapuchetería, viniendo en dirección contraria de la procesión de Santa Ana mientras los del Primero de Mayo van con las pancartas rumbo a la Plaza Nueva. Y los Sanfermines, que serán a la vez que la Feria de Abril y las Fallas, y no estarán más que los de Pamplona, y no todos porque una gran parte se habrán ido a Madrid a los conciertos o las exposiciones que se habían pospuesto. O a los partidos de la Champion, que también la han suspendido. Y los que habían retardado las bodas celebrándolas todos a la vez junto a las comuniones. Y los velatorios, que también están empezando a suprimirlos. Y pasará que irás al enlace de tu amiga Loli y a la vez comulgarán catorce niños y le darán el último adiós al primo de tu vecina Maricarmen, que lleva quince días enterrado por razones obvias pero aún no le habían hecho el funeral. Y se amontonarán las coronas con los ramos de azucenas y al final el cura repartirá las ostias a boleo y les echará incienso a nos novios y tirarán arroz encima del retrato del difunto y cuando salgas de allí lo mismo te confundes y sigues a los del funeral en vez de a los de la boda y acabas delante del nicho con un vestido de Chanel.
O en el chupinazo de Pamplona vestida de luto riguroso.
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