sábado, 28 de marzo de 2020




LA TERAPIA DEL AMOR

Hoy hace cuatro años que murió mi padre. La excusa fue el Alzheimer pero en realidad murió de viejo. Tenía 87 y le tocaba, creo. Estos días me acuerdo mucho de él. De él y de mi madre, que partió en diciembre y a la que una afección respiratoria de cierta gravedad, unida a esa afición que había adquirido en los últimos meses de visitar el hospital, le hubiesen costado tal vez ahora abandonar el mundo en otras circunstancias. Y digo que me acuerdo de ellos porque existe una dignidad para morir que, desgraciadamente y por diversos motivos, está siendo arrebatada a muchos de nuestros ancianos. Cuando has pasado toda una vida con alguien es importante poder estar cerca: cogerle la mano, besarle, decirle que le quieres... Recuerdo que, cuando hace hoy cuatro años, llegué la habitación de la residencia y me dispuse a besar a mi padre, mi madre me advirtió: “Estará frío”. Y yo le respondí que no importaba y me acerqué a besarlo y a desearle buen viaje.
Por eso me resulta tan duro imaginar que muchas personas ahora mismo tengan que renunciar a algo tan bello y a la vez tan triste como besar a un ser querido que acaba de partir, en ese momento en que la muerte todavía no ha enfriado la piel y quieres tener la sensación, más por ti que por él, de que todavía puede darse cuenta.
Y por eso no me sorprendió en absoluto la noticia. Es más, me la esperaba. Me la esperaba porque sé que ellas no lo hubieran dejado solo. No hubieran permitido que se fuera sin una mano amiga o un aliento cercano. Porque a lo largo de los más de dos años que compartimos con ellas nunca nos faltó un gesto amable, una sonrisa, una taza de café, una invitación a que nos fuéramos a casa porque ellas se hacían cargo... Siempre supimos que teníamos un lugar adonde ir. Y que estando con ellas él nunca estaría solo. Porque si el amor existe, el amor verdadero digo, ese que no pide a cambio más que una sonrisa, ellas son amor.
Por eso, en estos días inciertos, me siento tan orgullosa de que hayan formado parte de mi vida. De que se hicieran cargo de él y de nosotras en aquellos momentos tan difíciles. Y por eso también quiero deciros a todos los que habéis dejado a vuestros seres queridos en sus manos que podéis estar tranquilos. Que pondrán el alma y la vida en su cuidado y que harán todo lo posible para que, si algo les sucede, se recuperen. Y que si eso no es posible no les faltarán un beso, una palabra o una mano amiga.

Porque si alguna enseñanza estamos sacando de esta historia es la de ser humanos.

Y esa lección, os lo aseguro, ellas la tenían bien aprendida desde mucho antes de pasar todo esto.

Benditas sean.

#SafeCreative Mina Cb

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