“S.O.S. MAMÁ”
Mis padres rondaban los setenta cuando instalaron su primera línea fija. Setenta años, la verdad, no es edad para que te cojan plaza en el cementerio pero tampoco para que te dejen pilotar un Boeing, de modo que eligieron un teléfono sencillo, de números grandes, junto al cual colocaron una agenda en la que apuntaban a su manera los números que solían utilizar. Más tarde, y debido a que mi padre ya no iba estando muy católico, nos pusimos pesados con el móvil hasta que se lo compraron. Claro que sirvió de poco, porque la mayoría del tiempo lo pasaba en casa metido en un cajón. Creo que fue este aparato el que mi madre tenía cuando alguien insistió en que se apuntase a la moda del smartphone y ya de paso diera de baja la línea fija y se ahorrase una pasta cada mes.
Y ahí empezó la debacle.
Porque le sucedió lo que nos pasa a todos cuando cambiamos del teclado a la pantalla táctil; y es que no sabía ni colgar ni descolgar se hacía un lío y te llamaba a cualquier hora, incluso aunque tuviera el móvil en el bolso; hasta que reparó en su error y quiso otro teléfono como el anterior, del cual ya no había existencias y por tanto le vendieron algo similar... Pero el mal ya estaba hecho porque la mujer con el que realmente se apañaba bien era con el primero, y después el smartphone le había descolocado los esquemas y... En fin; que ya no hay vuelta atrás, y con el agravante de que este nuevo teléfono tiene una tecla de emergencias por la que mi madre parece mostrar especial predilección: en cualquier momento suena el timbre, miras la pantalla y ves a esa frase escandalosa de “SOS mamá”. Y resulta que no ha sido ella; ha sido el teléfono dentro del bolso... y mientras, tú venga llamarla y que no te oye... Vamos, que te llevas unos sustos morrocotudos. Como el último; en el curro me pilló... vi la perdida, se me subió el corazón a la garganta y me lié a llamar y nada. Conjunto vacío. Nasty de plasty. Ni señal me daba. Así que me puse zen y me dije que tranqui, que si había pasado algo me habrían llamado también mis hermanos o algo así. Y cuando acabé la jornada la volví a llamar y nada de nada. Así que me planté en su casa y entonces me enteré de que el telefonillo había estado haciendo de las suyas mientras ella se tomaba un café con sus amigas en una terracita. La miré, dudando entre el ataque de risa y el asesinato y ella me dijo, sin quitar la vista de la tele:
“Ay, hija mía... con lo bien que yo estaba con el fijo”
#SafeCreative Mina Cb
No hay comentarios:
Publicar un comentario