lunes, 10 de agosto de 2015



PRISIONES

Existen prisiones cuyos barrotes sólo el preso puede derribar. Sólidas cárceles, inexpugnables fortalezas en las que ingresamos por voluntad propia y sin engaños, convencidos de que el lugar en el que entramos es un recinto sólido y fiable, un refugio en el que depositar nuestras esperanzas y hasta nuestro corazón.

Existen prisiones que nos atrapan y nos encadenan. Y nos anulan y nos impiden ser nosotros mismos. Mazmorras malolientes en donde la tortura es arte, y en las que el dolor no es algo pasajero que se alivie con cuidados paliativos, sino una disciplina elaborada que se nos aplica de forma gradual, de modo que para cuando queremos darnos cuenta nos hemos convertido en adictos a la pena. Y ya no concebimos la existencia sino ligada al sufrimiento.

Existen prisiones en las que nos dejamos encerrar para después guardar las llaves en nuestro bolsillo de modo que nos es posible palparlas con la mano, sentir que están presentes, notar su peso en el costado. Y al tiempo sabernos incapaces de emplearlas para liberarnos. Y seguir adelante, un día tras otro, con el inmenso dolor de una existencia insostenible y el enojoso alivio de saber que en nuestra mano está acabar con un tedioso cautiverio del que nosotros mismos somos vigilantes.

Existen prisiones de las que es muy difícil escapar.

#SafeCreative Mina Cb

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