LA EDAD DEL PAVO
Mi amiga Abigail me tiene preocupada. Se ha enamorado como una quinceañera. Ya ves tú; menopáusica y en plena edad del pavo. Que algo hay en común, porque empapa las sobaqueras de las camisas igual que las adolescentes. Pero a causa del sofoco y no de las efervescencias hormonales. Bueno, que de eso también tiene. Efervescencias hormonales digo. Porque está que se sale. Hasta dice que se le han levantado las tetas. Yo no le noto nada, pero tampoco es que me las vaya enseñando. Supongo que se lo habrá dicho él. El maromo digo. Desde luego que más guapa está. Hasta cara de lela se le está poniendo. Ya casi ni la veo. No me coge el teléfono. Y me da plantones. El sábado pasado me dejó tirada en un chino. Yo sola en la mesa, rodeada de parejitas comiendo familia feliz y de camareros sonrientes. Que si al menos hubiésemos quedado en un garito de latinos lo mismo hasta ligo. Pero los chinos no son muy de entrarte así por las buenas. Y que a mí me daría no sé qué. Tan serios ellos y tan calladitos. Que lo mismo les pegas un mordisco en el lóbulo y se desmayan. Y sin un quejido. Pues eso. Que me planta. Y casi mejor, porque cuando quedamos no me hace ni puñetero caso. Todo son miraditas a ver si le ha mandado un watsapp. Que le envía corazones el muy cursi. Y le dice bobaditas. Ternezas de esas de efebo que no ha echado un polvo en condiciones en su vida. Cariñitos y memeces. Horteradas. Y a ella se le cae la baba. Y hasta me lo enseña. Que ya es el colmo de la candidez. A su edad. Y a la de él. Que tampoco es un chiquillo. Vergüenza debería darles. Y además que es una relación sin porvenir. Una insensatez. Una quimera. Que se van a pegar el costalazo del milenio. Pero ahí están los dos. Con sus besitos y sus chuminadas. Y sus palabras terminadas en “ito”. Y sus regalos con paquetes adornados con lazos de colores. Y sus corazoncitos rosas y violetas. Y sus cenitas en rincones escondidos, con velas y champán. Y sus rubores y sus confidencias al oído. Y todo ese empalagoso y atroz romanticismo que me pone de los nervios.
Pero hay que joderse la envidia que me dan…
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora
Mi amiga Abigail me tiene preocupada. Se ha enamorado como una quinceañera. Ya ves tú; menopáusica y en plena edad del pavo. Que algo hay en común, porque empapa las sobaqueras de las camisas igual que las adolescentes. Pero a causa del sofoco y no de las efervescencias hormonales. Bueno, que de eso también tiene. Efervescencias hormonales digo. Porque está que se sale. Hasta dice que se le han levantado las tetas. Yo no le noto nada, pero tampoco es que me las vaya enseñando. Supongo que se lo habrá dicho él. El maromo digo. Desde luego que más guapa está. Hasta cara de lela se le está poniendo. Ya casi ni la veo. No me coge el teléfono. Y me da plantones. El sábado pasado me dejó tirada en un chino. Yo sola en la mesa, rodeada de parejitas comiendo familia feliz y de camareros sonrientes. Que si al menos hubiésemos quedado en un garito de latinos lo mismo hasta ligo. Pero los chinos no son muy de entrarte así por las buenas. Y que a mí me daría no sé qué. Tan serios ellos y tan calladitos. Que lo mismo les pegas un mordisco en el lóbulo y se desmayan. Y sin un quejido. Pues eso. Que me planta. Y casi mejor, porque cuando quedamos no me hace ni puñetero caso. Todo son miraditas a ver si le ha mandado un watsapp. Que le envía corazones el muy cursi. Y le dice bobaditas. Ternezas de esas de efebo que no ha echado un polvo en condiciones en su vida. Cariñitos y memeces. Horteradas. Y a ella se le cae la baba. Y hasta me lo enseña. Que ya es el colmo de la candidez. A su edad. Y a la de él. Que tampoco es un chiquillo. Vergüenza debería darles. Y además que es una relación sin porvenir. Una insensatez. Una quimera. Que se van a pegar el costalazo del milenio. Pero ahí están los dos. Con sus besitos y sus chuminadas. Y sus palabras terminadas en “ito”. Y sus regalos con paquetes adornados con lazos de colores. Y sus corazoncitos rosas y violetas. Y sus cenitas en rincones escondidos, con velas y champán. Y sus rubores y sus confidencias al oído. Y todo ese empalagoso y atroz romanticismo que me pone de los nervios.
Pero hay que joderse la envidia que me dan…
#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Mónica Carretero Ilustradora
No hay comentarios:
Publicar un comentario