AMORES QUE MATAN
Se vieron y ya no hizo falta más. Se habían encontrado un par de veces por el mundo, fijándose el uno en el otro pero sin pretensiones. Pero aquella noche el azar y las constelaciones los hicieron coincidir y ya no pudieron separar sus almas. Ambos eran espíritus libres necesitados de oxígeno, pero cuando el amor llega con toda su artillería pesada es capaz de cerrar las espitas de todas las bombonas. Y aquella pasión se les acabó yendo de las manos. Sobre todo a él, que hasta entonces había seguido una vida muy reglada por las rutinas de esa diabetes que lo llevaba a mal traer con una retinopatía que le afectaba a la visión y unos picos de azúcar que se venían produciendo con demasiada frecuencia desde que aquél desenfreno se había adueñado de su existencia. Y es que cuando estaban juntos se olvidaba de pastillas, de ejercicios y de horarios. Y al final los ojos le dieron un susto de muerte. Tanto se amedrentó que cuando ella fue a visitarlo al hospital le dijo entre lágrimas que habían terminado. Que aquello era imposible. Que no podía arriesgarse a esperar hasta que esa pasión se atemperara y derivase en el amor calmo en que tenía todos los visos de llegar a convertirse. Que pasar una sola semana más en esas condiciones podía costarle la vista. O un coma. O cualquier cosa peor. Y ella lo entendió. Porque él le importaba tanto que no estaba dispuesta a permitir que muriera.
Ni siquiera por amor.
#SafeCreative Mina Cb
Se vieron y ya no hizo falta más. Se habían encontrado un par de veces por el mundo, fijándose el uno en el otro pero sin pretensiones. Pero aquella noche el azar y las constelaciones los hicieron coincidir y ya no pudieron separar sus almas. Ambos eran espíritus libres necesitados de oxígeno, pero cuando el amor llega con toda su artillería pesada es capaz de cerrar las espitas de todas las bombonas. Y aquella pasión se les acabó yendo de las manos. Sobre todo a él, que hasta entonces había seguido una vida muy reglada por las rutinas de esa diabetes que lo llevaba a mal traer con una retinopatía que le afectaba a la visión y unos picos de azúcar que se venían produciendo con demasiada frecuencia desde que aquél desenfreno se había adueñado de su existencia. Y es que cuando estaban juntos se olvidaba de pastillas, de ejercicios y de horarios. Y al final los ojos le dieron un susto de muerte. Tanto se amedrentó que cuando ella fue a visitarlo al hospital le dijo entre lágrimas que habían terminado. Que aquello era imposible. Que no podía arriesgarse a esperar hasta que esa pasión se atemperara y derivase en el amor calmo en que tenía todos los visos de llegar a convertirse. Que pasar una sola semana más en esas condiciones podía costarle la vista. O un coma. O cualquier cosa peor. Y ella lo entendió. Porque él le importaba tanto que no estaba dispuesta a permitir que muriera.
Ni siquiera por amor.
#SafeCreative Mina Cb
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