LEYENDAS URBANAS
La vida está llena de mentiras. De falacias. De sentencias inamovibles que nadie se ha parado a comprobar. De frases hechas y creencias populares que la peña no se atreve a desmentir por miedo a que la tachen de inculta. O le cierren el feisbu o el tuiter. O le secuestren las cuentas de correo electrónico. Por subversivo y por listillo. O que hagan eso tan matrixiano de borrarle la identidad con un clic. Y desde un móvil, además, tostándose la barriga en la arena de la playa. Que ya no hace falta ni encerrarse en la oficina.
Pero yo estoy harta. Ya no tengo miedo. No se me ha de poner nada por delante. Y voy a atreverme a desmontar un mito que la sabiduría popular ha convertido casi en dogma de fe. No es verdad que los gallos canten al amanecer. En fin… sí que es verdad pero no es exacto. O sea que no es correcto eso de que uno pueda usar un gallo para salir sólo del sueño nocturno. Sí que es verdad que, a causa de la configuración de sus globos oculares, los gallos perciben la luz un poco antes que nosotros y por eso rompen a kikiriquear antes de que amanezca. Pero también es cierto que a partir de ese momento ya no cierran la puta boca hasta el instante en que dejan de percibir la luz solar. Un gallo te puede despertar por la mañana. Pero también por la tarde. Y a mediodía. Y en el momento de la siesta. Y puede reventar el sueñecico de los críos a los que te ha costado tanto adormecer. En fin; que un gallo está dando por el saco desde el amanecer hasta que oscurece. Le pasa como a los loros, que hay quien los tapa porque si no están todo el rato alborotando.
Mi vecino tiene un gallo. En casa. No todo el tiempo. Y no siempre el mismo. Quiero decir que se los lleva al piso con un fin que desconozco, los alberga allí durante una temporada y los tiene voceando detrás de mi dormitorio hasta que los utiliza para lo que sea. Que para mí que es comérselos. Aunque lo mismo no. Y yo, que soy muy positiva y tengo que sacar una conclusión didáctica de todo, he extraído de esta experiencia la certeza de que los gallos no sólo cantan al despuntar el sol, sino que están alborotando durante toda la jornada. Y puedo demostrarlo.
De momento, y mientras el Cesid y la Nasa me investigan por verter estas afirmaciones en la red, yo estoy considerando seriamente la posibilidad de comprarme un rifle. Con silenciador. No sé si para el gallo o para mi vecino.
Ya veré…
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: “Gallo”- Rodmi Cordero
La vida está llena de mentiras. De falacias. De sentencias inamovibles que nadie se ha parado a comprobar. De frases hechas y creencias populares que la peña no se atreve a desmentir por miedo a que la tachen de inculta. O le cierren el feisbu o el tuiter. O le secuestren las cuentas de correo electrónico. Por subversivo y por listillo. O que hagan eso tan matrixiano de borrarle la identidad con un clic. Y desde un móvil, además, tostándose la barriga en la arena de la playa. Que ya no hace falta ni encerrarse en la oficina.
Pero yo estoy harta. Ya no tengo miedo. No se me ha de poner nada por delante. Y voy a atreverme a desmontar un mito que la sabiduría popular ha convertido casi en dogma de fe. No es verdad que los gallos canten al amanecer. En fin… sí que es verdad pero no es exacto. O sea que no es correcto eso de que uno pueda usar un gallo para salir sólo del sueño nocturno. Sí que es verdad que, a causa de la configuración de sus globos oculares, los gallos perciben la luz un poco antes que nosotros y por eso rompen a kikiriquear antes de que amanezca. Pero también es cierto que a partir de ese momento ya no cierran la puta boca hasta el instante en que dejan de percibir la luz solar. Un gallo te puede despertar por la mañana. Pero también por la tarde. Y a mediodía. Y en el momento de la siesta. Y puede reventar el sueñecico de los críos a los que te ha costado tanto adormecer. En fin; que un gallo está dando por el saco desde el amanecer hasta que oscurece. Le pasa como a los loros, que hay quien los tapa porque si no están todo el rato alborotando.
Mi vecino tiene un gallo. En casa. No todo el tiempo. Y no siempre el mismo. Quiero decir que se los lleva al piso con un fin que desconozco, los alberga allí durante una temporada y los tiene voceando detrás de mi dormitorio hasta que los utiliza para lo que sea. Que para mí que es comérselos. Aunque lo mismo no. Y yo, que soy muy positiva y tengo que sacar una conclusión didáctica de todo, he extraído de esta experiencia la certeza de que los gallos no sólo cantan al despuntar el sol, sino que están alborotando durante toda la jornada. Y puedo demostrarlo.
De momento, y mientras el Cesid y la Nasa me investigan por verter estas afirmaciones en la red, yo estoy considerando seriamente la posibilidad de comprarme un rifle. Con silenciador. No sé si para el gallo o para mi vecino.
Ya veré…
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: “Gallo”- Rodmi Cordero
No será el tono del móvil...yo lo tenía de despertador, igual él lo tiene como tono de llamada
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