sábado, 15 de junio de 2024


 

MI GOYA

La verdad es que los premios siempre molan. Bueno, los premios y los reconocimientos de cualquier tipo. Sí, porque son un empujón, un salto hacia adelante, un chute de energía que te permite ver que lo que haces tiene un poquito de sentido. Y si los premios, digamos “técnicos”, (concursos, ediciones…) te llenan de orgullo el espíritu por lo que tienen de valoración de tu trabajo, los de las peñas lo que hacen es volverte loca de alegría. Porque, a ver, cuando el jurado de un concurso se pone a deliberar lo que analizan es la calidad de tu trabajo. Eso antes que nada, o sea un análisis técnico más o menos riguroso que determina si el proyecto pasa o no la criba y llega a la final. Y si la pasa, entonces tiene que gustarles lo que cuentas. Que no siempre sucede. Y si sucede es cuando te premian y te inflas como un pavo porque deduces que tan mal no lo harás.

Pero una peña es otra cosa. Porque los premios de las peñas se entregan desde el corazón. Y por eso son tan especiales. Porque no necesitan de un equipo de eruditos que decidan si has colocado las comas en su sitio. Simplemente han considerado que eres una parte destacable del tejido social del lugar y han decidido hacértelo saber. Y eso para ti es más importante que cuadrar un soneto en diez minutos. O poner verde al alcalde en un romancillo pero sin insultarlo. O subir a una tarima, nerviosa como un flan, con una panda de chalados a montar un evento cultural. Es un homenaje comparable con que te pongan una calle. O una plaza. O hasta con que te hagan una estatua y la coloquen en la placeta de la taberna del Gaitero, que mola más que el Muro.

Vamos, que es un honor enorme. Y yo esa palabra, honor, la uso poquísimo porque me parece un tanto carpetovetónica. Pero en este caso se me llena la tecla al escribirla. Honor. Y no puedo por menos que agradecer a la Peña la Teba, no solamente el premio, sino también la emotiva presentación que leyeron antes de entregármelo. Y dar las gracias, de nuevo y ni sé las veces que van ya, a todas y cada una de las personas que, de una forma u otra, habéis hecho, mediante vuestro apoyo, que esta bota dorada esté ahora mismo en mi salón.

Os repito lo de siempre: Sin vosotros no escribo ni una línea.

#SafeCreative Mina Cb

Mira, mamá, me han dado un Goya.

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