SEGOVIA
¡Qué bonita es Segovia! Con su acueducto, su alcázar, su casa de los picos y su catedral, la Dama que la llaman, porque es la más elegante de todo Castilla. Segovia, con su calle Mayor llena de tiendecitas en las que se escuchan todos los idiomas. Con sus músicos ambulantes. Con sus mesones castellanos y su tapita de cortesía con la consumición. Con sus cientos de años de historia a cuestas (por aquí han pasado todos, me decía un día la señora que me enseñó una iglesia) y su exquisito mimo para con el patrimonio. Con sus edificios señoriales reconvertidos en sedes oficiales de la administración, o en sucursales bancarias o en tiendas de franquicias de postín. Sin ruinas ni cables ni basura amontonada en los rincones. Claro que es normal, nos llevan décadas de ventaja: años y años de enorgullecerse de lo suyo, de cuidarlo y mantenerlo. De pensar en perspectiva cónica, o sea hacia adelante y ampliado, y de cuidar a los turistas como a la niña de sus ojos.
Qué bonita Segovia. Tanto que te entran ganas de quedarte allí. Hasta que hablas un día con una camarera y te dice eso de que muy bonita pero para los de fuera. Que luego hay que vivir y pagar los alquileres y aparcar. Y que tan bonita y señorial que la administración ha visto la veta de negocio y la han convertido en un parque temático para los guiris. Y que la peatonalización mola pero la camarera del bar, que vive en el ensanche y deja sus impuestos en las arcas segovianas, se jode en la misma. Que menuda tortura para buscar aparcamiento. Y entonces te das cuenta de que nada es como lo vemos, y que las ciudades se valoran desde dentro. Y te vuelves a tu pueblo y, oh, sorpresa, al cabo de unos años los franceses descubren la Bardena y ya está montado el lío. Cada vez vienen más y tu barrio de gitanos se convierte de pronto en MedievoAventura. Y el ayuntamiento no quiere instalar la fibra porque se verán los cables. Y empiezan a prohibir el paso de vehículos por ciertas zonas porque molestan a los viajeros. Y te ponen bolardos en zonas donde habías aparcado toda la vida porque a los turistillas les gustan los espacios abiertos. Claro que mucho antes ya habían machacado parte de la Judería con ese horror de plaza que conecta lo viejo con lo nuevo. Y edificado ese espanto de escuela de idiomas en vez de aprovechar un palacete histórico. Y lo mismo con la uni: bien lejos y todo nuevo. Y mientras Tudela se cartacapitaliza, los edificios se siguen viniendo abajo en plan fichas de dominó y el problema de la suciedad en las calles porque aquí las papeleras no las usa ni el Tato sigue como antes de la invasión napoleónica. Y luego, para rematar la inoperancia, una serie de vecinos se atrincheran, cual irreductibles galos, en su aldea de cuento, y desde allí deciden por el resto de la comunidad. Ahora se les ha ocurrido quitar los contenedores y el ayuntamiento les ha dicho que sí. La medida, sin embargo, se va a llevar a efecto a finales de mayo, tras las elecciones porque no hay huevos de ponerla en marcha antes. Los quitan para que el barrio esté más cuqui y porque en Segovia, que es el espejo donde nos miramos, la cosa ha funcionado. De momento, muchos vecinos, no pocos comerciantes y la mayoría de los hosteleros están que echan las muelas.
Pero vamos, que de montar un acueducto nadie dice nada...
#SafeCreative Mina Cb
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
jueves, 30 de marzo de 2023
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