CONFINAMIENTO
(19 de Abril)
La otra tarde en el curro me tocó tirar la basura. Es una calle poblada al extenderse a lo largo de la misma un conjunto de edificios de esos de los ochenta, parecidos entre sí, con mucho ladrillo y balcones sin enrejado que dan al conjunto un aire de colmena. Arrastré el carro hasta el contenedor y al dar la vuelta me paré un momento: la calle vacía, en obras, con un pasillo cercado para los viandantes y salpicada de zanjas. Varias vallas y al fondo una excavadora inmóvil. Y en algunos balcones, los vecinos con las manos colgando de la barandilla, esperando, no sé si a las ocho o a la vida.
Fijé por un instante mi atención en las manos, asomando, ridículas, entre los ladrillos, y me acordé de esas películas de cárceles en las que los presos sacan las suyas por entre los barrotes. Y esa sensación, sumada a la visión de las zanjas, las máquinas, el silencio y la ausencia de coches y personas, me produjo una especie de pinchazo en el estómago, como cuando tienes hambre pero no te apetece nada de lo que hay en la nevera. Y reanudé la marcha, las ruedas del carro chirriando sobre el pavimento, dejando que un par de lágrimas recorrieran el trayecto que va desde mis ojos hasta la mascarilla.
#SafeCreative Mina Cb
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