YONKIS DEL PLÁSTICO
Trabajo en un supermercado de barrio. Una de esas tiendas pequeñitas en las que todos hacemos de todo, o sea que igual limpias pescado que cortas mortadela que partes sandías que le cobras al usuario, y por ello cada día me las veo con centenares de envases de plástico, no solo en mis quehaceres de atención al cliente sino también en las tareas de reposición. Y es que los humanos nos hemos convertido en unos yonkis del plástico. Ha sido poco a poco y sin apenas darnos cuenta, con pequeños detalles como el de las magdalenas envasadas individualmente dentro del bolsón, el de los cereales de desayuno que van embolsados dentro de la caja, el de las porciones de carne, pescado o embutido del autoservicio... en fin, podría extenderme hasta el infinito pero prefiero simplemente invitarte a que abras tu nevera y lo compruebes por ti mismo: las anillas de los paquetes de refrescos que matan a los pájaros, los bricks de leche que al cartón le añaden el dispensador con cierre, los pepinos enfilmados, las botellas de refresco con su etiqueta plástica sobre el envase de pvc...
Es de locos. De locos. Pero claro, es cómodo. Para ti y para mí. Para ti porque la magdalena aislada no se seca si tardas en consumir toda la bolsa, y para mi porque el pepino retractilado lleva código de barras, y así no tengo que consultar una larga lista cuando tú llegas a la caja. Porque lo que no nos gusta es esperar. Ni esforzarnos. Y por eso nos mola lo del plástico. Porque nos lo dan todo hecho: envasadito y estéril, sin bichos ni nada. Limpio para que lleguemos a casa y solo tengamos que abrirlo y consumirlo. Y no haya que cavilar con lo de devolver el recipiente, como antes. Que eso sería un atraso. Claro que otra opción es fabricar envases sostenibles, pero entonces el señor Coca Cola se vería obligado a subir el precio del producto. Y tendría que echar gente para seguir acrecentando las ganancias cada año. Y eso ya sabemos lo que significa: que a los que se quedasen les apretaría más. Más horas de trabajo y menos pasta. Y si no ya sabes, me llevo la producción a China y como no me la van a gravar en las aduanas pues sigo con mi beneficio. Y tú a la puta calle. Que lo de la sostenibilidad está muy bien sobre el papel pero las cifras ya son otra cosa. Y que al final, pues oye, a mí que más me da la muerte de los pájaros si total no son de mi familia. Yo a lo cómodo y a ganar dinero... Por cierto, ¿De qué estábamos hablando? ¡Ah, sí, de la semana sin plásticos! Pues que yo voy a secundar la iniciativa, pero solo en privado, como el catalán de Aznar. Porque en el curro mal: porque el pescado lo pongo en una bolsa que luego va en otra bolsa para que no gotee. Y la charcutería de corte en papel y luego en film y luego en una bolsa. Y la fruta y el congelado de granel pues ya se sabe: el guante de plástico y luego cada referencia en una bolsa. Un melocotón en una, dos peras en otra, cuatro anillas de calamar en otra... y paro que si no no acabo. Y luego en caja más bolsas aún. Porque la peña se las olvida en casa y lo del papel como que no. Y todo el mundo dice lo mismo, que a ver si las quitan de una vez. Pero el día que las quiten más le vale a mi madre ponerse unos tapones porque me la van a mentar lo que no está escrito. Como si fuera culpa mía. Lo del film y lo de las latas y lo del pvc y lo de los cereales y lo de las anillas que matan a los pájaros.
Que no, que no... que esto es cosa de todos. Y no de una semana solo.
Así que ya lo sabes. Deja de mirar hacia otro lado y colabora.
Que tampoco cuesta tanto.
#SafeCreative Mina Cb
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