QUE EMPIECEN OTROS
Estoy un poco harta de oír hablar de lo de cambiar el mundo. De que la peña se queje de lo que hay y no haga nada. De que el personal acuda a las urnas con la pinza en la nariz y vote al menos malo sabiendo que, mientras sigamos entrampados hasta el corvejón, aquí no hay nada que cambiar porque esto está más atado que la España del caudillo. Estoy harta de estas crisis que nunca acaban de acabarse. De los brotes verdes que amarillean sin haber llegado a madurar. Del miedo como sistema político, económico y social (sorry, las dos primeras acepciones son lo mismo). De los dirigentes que confunden liderar con imponerse. De la derecha temiéndole a la izquierda y viceversa cuando está bien claro que ninguna de las dos podría hacer gran cosa por realizar sus planes. Porque ahí están Europa, el G20, la CEE y toda esa caterva de carceleros que no nos dejan respirar. Estoy harta de que la gente diga que esto se va a acabar, como el frotar, y que el día menos pensado el sistema capitalista explota y hasta luego Lucas. Y estoy harta porque escucho estas palabras de bocas silenciosas y cobardes que no son capaces de rebelarse contra injusticias cotidianas y luego hablan de plantarle cara al más implacable de los dictadores. Y me río en su cara, sin ningún disimulo ya, y argumento que si no somos capaces de levantarnos ante las pequeñas tropelías, que como mucho nos cuestan una reprimenda de las gordas, cómo vamos a enfrentarnos a quienes tienen en sus manos la potestad de hacernos desaparecer de solo un clic. Y me parto la caja cuando oigo a la derecha amenazar con el coletas, o a la izquierda rasgarse las vestiduras ante Vox. Como si esos pobres diablos pudieran hacer algo, uno por desafiar al sistema capitalista, y el otro por intentar cerrar el grifo de la inmigración ilegal en la que España sirve de filtro para la farisea Europa.
Y es que quien crea que alguien puede hacer algo ya puede ir bajándose del burro porque de este tren no hay forma de apearse. El sistema es monolítico y al poder no le interesa que esto cambie. Y si no a las pruebas me remito: una campaña sucia y manipulado por los medios en la que nos escupían cada día sobre el plato lo de Venezuela, y el que vienen los rojos y el sálvese quien pueda. Y al final ya veis, más de lo mismo. La vuelta a lo de siempre, que es lo que nos mola. Que nos den por delante y por detrás. Que se llenen los bolsillos y se carguen el planeta, qué más da. Qué más da todo. El caso es que la liga continúe. Quedarnos como estamos y a lo nuestro, a protestar. Y oye, que si hay que cambiar el mundo lo cambiamos...
Pero que empiecen otros.
#SafeCreative Mina Cb
Estoy un poco harta de oír hablar de lo de cambiar el mundo. De que la peña se queje de lo que hay y no haga nada. De que el personal acuda a las urnas con la pinza en la nariz y vote al menos malo sabiendo que, mientras sigamos entrampados hasta el corvejón, aquí no hay nada que cambiar porque esto está más atado que la España del caudillo. Estoy harta de estas crisis que nunca acaban de acabarse. De los brotes verdes que amarillean sin haber llegado a madurar. Del miedo como sistema político, económico y social (sorry, las dos primeras acepciones son lo mismo). De los dirigentes que confunden liderar con imponerse. De la derecha temiéndole a la izquierda y viceversa cuando está bien claro que ninguna de las dos podría hacer gran cosa por realizar sus planes. Porque ahí están Europa, el G20, la CEE y toda esa caterva de carceleros que no nos dejan respirar. Estoy harta de que la gente diga que esto se va a acabar, como el frotar, y que el día menos pensado el sistema capitalista explota y hasta luego Lucas. Y estoy harta porque escucho estas palabras de bocas silenciosas y cobardes que no son capaces de rebelarse contra injusticias cotidianas y luego hablan de plantarle cara al más implacable de los dictadores. Y me río en su cara, sin ningún disimulo ya, y argumento que si no somos capaces de levantarnos ante las pequeñas tropelías, que como mucho nos cuestan una reprimenda de las gordas, cómo vamos a enfrentarnos a quienes tienen en sus manos la potestad de hacernos desaparecer de solo un clic. Y me parto la caja cuando oigo a la derecha amenazar con el coletas, o a la izquierda rasgarse las vestiduras ante Vox. Como si esos pobres diablos pudieran hacer algo, uno por desafiar al sistema capitalista, y el otro por intentar cerrar el grifo de la inmigración ilegal en la que España sirve de filtro para la farisea Europa.
Y es que quien crea que alguien puede hacer algo ya puede ir bajándose del burro porque de este tren no hay forma de apearse. El sistema es monolítico y al poder no le interesa que esto cambie. Y si no a las pruebas me remito: una campaña sucia y manipulado por los medios en la que nos escupían cada día sobre el plato lo de Venezuela, y el que vienen los rojos y el sálvese quien pueda. Y al final ya veis, más de lo mismo. La vuelta a lo de siempre, que es lo que nos mola. Que nos den por delante y por detrás. Que se llenen los bolsillos y se carguen el planeta, qué más da. Qué más da todo. El caso es que la liga continúe. Quedarnos como estamos y a lo nuestro, a protestar. Y oye, que si hay que cambiar el mundo lo cambiamos...
Pero que empiecen otros.
#SafeCreative Mina Cb
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