LA PAZ
Una plácida aurora,
una ventana abierta
y el sol entrando a mares,
amarilla caricia que todo lo ilumina,
y un silencio que invade la casa,
rebotando en los muros
desnudos e impolutos
como hojas de papel
en las que todo está por reescribirse.
Y los huecos,
los espacios vacíos
que nos van sorprendiendo a cada paso:
los enormes cajones,
los desnudos percheros,
el cepillo de dientes desmayado en el vaso,
torpe aún, inestable el equilibrio…
El cubo de la ropa que no pesa,
la nevera que se ha ido vaciando,
yogures que caducan,
el pan endurecido,
el enorme sofá y el frío de la estancia…
Y el recuerdo al asalto,
y el síndrome maldito de abstinencia afectiva,
y esa densa zozobra gélida e inquietante
que nos lleva al ayer,
flashback patético, ridículo, engañoso,
persistente cordón umbilical
que ya nada sostiene,
que ya nada alimenta,
que ya nada construye…
Es costosa la paz.
Inma Benítez
Imagen: Amanda Cass
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