HACERSE UN LÍO
Hay individuos cuya principal habilidad es la de complicarlo todo. Da igual lo simple, lo evidente que un hecho pueda ser. Da igual que algo haya venido haciéndose con absoluta eficacia durante mucho tiempo; estas personas tienen el don de, por intentar mejorarlo, ir embrollándolo casi hasta el surrealismo. A veces me pregunto si esta cualidad es algo innato o bien se va perfeccionando a lo largo de la vida, porque la verdad es que a veces cuesta trabajo entender cómo algunas mentes pueden funcionar contra toda lógica, convirtiendo en ecuaciones irresolubles las sumas más sencillas y haciendo tambalearse los más elementales principios de la lógica. Y la cosa no va a mayores si se trata de gente de andar en zapatillas, pero cuando esos seres se meten en jardines cuya gestión atañe a más personas, aquello puede convertirse en un zarzal. De tanto en tanto me pongo a pensar, y no es la primera vez que utilizo este símil, que la cabeza es un espacio compartimentado con cajones en los que cada cual va dejando las cosas según le parece para después encontrarlas con más comodidad y así poder utilizarlas con la mayor eficiencia posible, salvo en el caso de estas personitas, que quizá en vez de varios cajones lo que tengan es un gran contenedor en donde las ideas que les vinieron dadas se hallan amontonadas desordenadamente y es por ello que no son capaces de sacarlas en orden y así poder utilizarlas de manera razonable, sufriendo de ese modo y de continuo las consecuencias de ese desajuste organizativo del cual, en la mayoría de los casos, no son ni siquiera responsables.
Hay individuos cuya principal habilidad es la de complicarlo todo. Da igual lo simple, lo evidente que un hecho pueda ser. Da igual que algo haya venido haciéndose con absoluta eficacia durante mucho tiempo; estas personas tienen el don de, por intentar mejorarlo, ir embrollándolo casi hasta el surrealismo. A veces me pregunto si esta cualidad es algo innato o bien se va perfeccionando a lo largo de la vida, porque la verdad es que a veces cuesta trabajo entender cómo algunas mentes pueden funcionar contra toda lógica, convirtiendo en ecuaciones irresolubles las sumas más sencillas y haciendo tambalearse los más elementales principios de la lógica. Y la cosa no va a mayores si se trata de gente de andar en zapatillas, pero cuando esos seres se meten en jardines cuya gestión atañe a más personas, aquello puede convertirse en un zarzal. De tanto en tanto me pongo a pensar, y no es la primera vez que utilizo este símil, que la cabeza es un espacio compartimentado con cajones en los que cada cual va dejando las cosas según le parece para después encontrarlas con más comodidad y así poder utilizarlas con la mayor eficiencia posible, salvo en el caso de estas personitas, que quizá en vez de varios cajones lo que tengan es un gran contenedor en donde las ideas que les vinieron dadas se hallan amontonadas desordenadamente y es por ello que no son capaces de sacarlas en orden y así poder utilizarlas de manera razonable, sufriendo de ese modo y de continuo las consecuencias de ese desajuste organizativo del cual, en la mayoría de los casos, no son ni siquiera responsables.
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