viernes, 29 de enero de 2016



EL SUFRIMIENTO

No estoy de acuerdo con eso que dicen algunos de que el sufrimiento emocional no sirve para nada. Es más: creo que existen pocas cosas tan estimulantes como caer en picado al abismo de la desesperación, eso sí, sin perder de vista la boca del puente, a través de la cual se filtra siempre un resquicio de luz. De hecho, estoy convencida de que aquél que nunca ha experimentado esa sensación no ha vivido sino a medias. Puesto que sólo quien ha bajado a los infiernos aprecia de verdad la hermosura de las nubes en un atardecer.

Cierto es que hay ocasiones, sobre todo aquellas en la que el descenso se produce porque terceras personas nos dejan caer, en las que uno puede llegar a perder la fe en sí mismo y en la humanidad. Pero una vez atravesado el túnel, una vez superada esa etapa en que el dolor parece ir a quebrarnos las rodillas y a hacer que nos desplomemos sobre el pavimento, ese momento en el que ni el llanto ni los gritos aciertan a arrancar la congoja del espíritu, ese durísimo trance en el que la vista se nubla y las sienes palpitan como si el cerebro fuera a reventar… una vez llegados al final de la senda tenebrosa, comprobamos con sorpresa que no somos los mismos.

Y es que el sufrimiento nos transforma.
Para bien o para mal.

Y eso sí que sólo depende de nosotros.

#SafeCreative Mina Cb
Imagen de Cathy Delanssay



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