sábado, 18 de abril de 2015



RELEVO

Ellos acaban de llegar y nosotros estamos ya más que de vuelta. O al menos eso es lo que imaginamos.
Todos.
Ellos y nosotros.

Se han abierto distancias como brechas a través de las cuales han pasado los años y la vida sin que nos pudiésemos dar cuenta de que hace tiempo que dejaron de ser ellos para empezar a ser nosotros. Y a la inversa. Y un día, en mitad de una de esas desgarradoras circunstancias de la existencia, te aproximas a ellos, maternal y protectora, y te das cuenta de que se han vuelto fuertes. Incluso más fuertes que tú. Y desmontan de un plumazo tus manidos argumentos, exponiéndote teorías que te dejan de una pieza. Y los ves más tú que ellos. Próximos y estremecedoramente adultos. Y esta madurez suya tan potente y tan lúcida te hace sentir que el momento se aproxima. Que cada vez son más los números que caen en el bombo. Y que hay que dejar sitio más tarde o más temprano. Y te vienen a la cabeza esos mil conceptos bíblicos de la inmortalidad y el peso de las almas y todo ese tinglado que se montan los que se creen tan importantes como para no partir jamás. Y los miras a ellos, de abajo arriba porque te sacan dos cabezas, y notas que se visten raro. Y que se peinan raro. Y que llevan unas gafas que tú nunca te pondrías. Pero que son tú. Son tú hace mucho tiempo. Tanto tiempo que ya habías olvidado que fuiste como ellos. Y seguirán siendo tú incluso cuando tú ya no existas. Sin dejar de ser ellos. Que ya tiene narices. Y casi te entran ganas de coger a ese mocoso al que le cambiabas los pañales hace poco y decirle que, al menos esta noche, te vas a ir a la cama más tranquila.
Porque sólo con que haya un puñado de tipos como él pululando sobre la faz de este cabrón de mundo la humanidad seguirá tendiendo esperanzas de salvarse.

#SafeCreative Mina Cb

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