QUERIDOS
REYES MAGOS
Queridos
Reyes Magos:
Siento llegar tan tarde, pero entre los ensayos para la representación del festival municipal de Navidad, el cursillo de informática, el campamento de fin de semana, los deberes que me habían puesto en el cole, las obligadas visitas a la familia y el cabezón de mi padre, que se ha empeñado en pintar mi cuarto y me han exiliado al salón durante dos semanas, hasta ahora no he tenido tiempo para escribiros. Porque el sábado y el domingo, que eran los días en que ni mi padre pintaba ni yo tenía actividades programadas, nos los hemos pegado de centro comercial en centro comercial. Así que ahora me veo a pocas horas de la festividad y sin poder haber redactado la carta. Y como me temo que a estas alturas ya no quedarán existencias de los juguetes que yo pensaba pediros, lo único que quiero que me traigáis es tiempo.
Siento llegar tan tarde, pero entre los ensayos para la representación del festival municipal de Navidad, el cursillo de informática, el campamento de fin de semana, los deberes que me habían puesto en el cole, las obligadas visitas a la familia y el cabezón de mi padre, que se ha empeñado en pintar mi cuarto y me han exiliado al salón durante dos semanas, hasta ahora no he tenido tiempo para escribiros. Porque el sábado y el domingo, que eran los días en que ni mi padre pintaba ni yo tenía actividades programadas, nos los hemos pegado de centro comercial en centro comercial. Así que ahora me veo a pocas horas de la festividad y sin poder haber redactado la carta. Y como me temo que a estas alturas ya no quedarán existencias de los juguetes que yo pensaba pediros, lo único que quiero que me traigáis es tiempo.
Sí,
tiempo.
Tiempo
para ser un niño…
Sí…
porque esta vida que llevo no mola nada. Me levanto al punto de la mañana de
lunes a viernes para ir al cole donde me paso casi todo el día. Luego, cuando
salgo, el lunes tengo alemán, el martes clarinete, el miércoles extraescolares
toda la tarde, el jueves ensayo con el coro y el viernes chino. Y dos veces a
la semana entrenamiento de baloncesto. Así que me dan las tantas haciendo los
deberes, y luego el finde que es cuando podría descansar, pues tampoco, porque
el sábado a la mañana tenemos partido con el club de minibásket y a la tarde a
mis padres les gusta salir a tomar unas cañas y a cenar con sus amigos, así que
nos pegamos la velada de bar en bar y yo me aburro como una ostra. Y el domingo
mi padre se me lleva a andar en bici y luego de vermut con el resto de la
familia, y comemos con los abuelos y para cuando llegamos a casa son las mil. Y
mi madre me monta la bronca por ponerme a hacer los deberes a esas horas. Claro
que si no los hago es aún peor, porque entonces quien me abronca es el tutor,
que además llama a mis padres y se organiza la mundial.
Y sí,
ya sé que existen las vacaciones, pero no hay forma de librarse ni de las
colonias de inglés ni del campamento deportivo al inicio del verano. Y luego en
agosto clases de apoyo para empezar bien el curso. Y durante la Navidad y la
Semana Santa los conciertos con el coro.
En
resumen: que estoy hasta el gorro. Y es que esto de ser pequeño es una faena…
Te programan la agenda como si fueras un ministro y no puedes decir ni mú. Así
que porfa, majestades, si veis a mis padres decidles que me lleven al parque, y
que me desapunten del baloncesto, que soy muy torpe y se me ríen todos los
compañeros, y que no me gusta el clarinete, que si quieren que toque un
instrumento que me compren un violín o una guitarra, pero no esa flauta
ridícula que me deja sin aliento. Y que me dejen en paz de vez en cuando. Que
yo no quiero ser ni Gasol, ni Leo Messi. Al menos de momento. Que de momento lo
único que quiero es que me dejen ser un
niño, o sea jugar, ver la tele, aburrirme, comerme los mocos y aborrecer las
espinacas.
Y que
ya habrá tiempo para todo lo demás.
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