sábado, 23 de octubre de 2021


 

CROMOS

A él le gustaba escribir canciones y a ella mirar cromos en pantallas digitales. Coincidieron en un espacio abierto y sin barrotes un día en que ella iba buscando cobertura y él inspiración. Él se prendó al instante de ella y ella casi de él. Y digo casi porque, pese a que él la llenaba de atenciones y le mandaba cartas y le daba unos besos largos y envolventes que sabían a chicle de sandía, ella seguía pensando en todos los cromos que le quedaban por mirar. A él esta circunstancia no le pasaba desapercibida, de modo que se fue acercando más y más, no con el propósito de acompañarla, sino con la intención de que ella no lo dejase caer en el olvido. Y ella, que era un poco vanidosa, se dejaba hacer, aunque en ciertos momentos le incomodase esa obsesión del otro de habitar su espacio e ir limándole, poquito a poco, ese tiempo precioso de ojear los cromos que al cabo fue robándole a la convivencia, empezando a pasar cada vez más horas en el baño, en el estudio o en los antaño cortos trayectos entre la casa y el colmado de su barrio. Hasta que se empezó a ausentar de vez en cuando durante muchas horas, noches enteras incluso, y él no se atrevía a preguntarle porque lo sabía. Y sabía que le diría la verdad. Que ya le había avisado. Que ya le había dicho que nunca sería suya totalmente, incluso aunque él le diera todo. Y renunciara a todo. Y dejase su casa y su pueblo y a su gente.

Hay personas así.

#SafeCreative Mina Cb

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