CARTA A UN SANITARIO
Querido amigo, querida amiga:
Llevo más de dieciocho meses deseando escribirte esta carta y hoy, por fin, ha llegado la hora.
Sé que ellos van a decir que ha sido cosa suya. Sé que en las ruedas de prensa ellos se pondrán las medallas, ya sabes, como siempre, hemosestadoahí, hasidoungranesfuerzoperohemosluchadojuntos, nadieestabapreparadoparaesto, lasociedadhatenidouncomportamientoejemplar... Esas mamarrachadas que se dicen siempre y que sirven lo mismo para la victoria de un Mundial que para el fin de una epidemia. Ellos se harán la foto (bueno, ya se la han hecho) y aparecerán en los medios, ufanos y orgullosos de sí mismos. Se apuntarán el tanto de cara a las próximas elecciones y harán todo lo posible para que su nombre se mencione en las crónicas de la era del Covid. Ellos se llevarán la gloria, pero todos sabemos el mérito no es suyo sino tuyo. Porque fuiste tú quién se enfrentó a la bestia, muerto de miedo, cada día, mientras ellos estaban encerrados en sus casas o en sus gabinetes. Fuiste tú quien se estremeció al saber del primer caso. Fuiste tú quién atendió a los enfermos con mascarillas de tela y batas confeccionadas por voluntarios con bolsas de basura. Quien los oyó toser y quien vio el miedo reflejado en sus ojos. Fuiste tú quien les cogió la mano para que no murieran solos. Y fuiste tú quién vio a sus familias, rotas de dolor, recibir sus cenizas sin el triste consuelo de un abrazo. Fuiste tú quien renunció a sus vacaciones o a sus días de asueto, o quien estuvo comiéndose el marrón a tiro de contratos de un mes, de una semana, de unas horas... Fuiste tú quien abandonó su domicilio familiar durante varias semanas para confinarse junto a sus compañeros y evitar así poner en riesgo la vida de aquellos a quienes ama. Fuiste tú quien vio a nuestros gobernantes abrir las fronteras a principios del verano de 2020, sabiendo el riesgo que ello conllevaba y seguro de que no eran ellos quienes se ponían a los pies de los caballos. Fuiste tú quien aguantó las manifestaciones y las charlas de los negacionistas, o de los apocalipticos, da igual, sin salir a una azotea armado con un fusil de repetición a dispararle a todo lo que se moviera. Fuiste tú quien estuvo allí, me da igual si empuñando el bisturí o la escoba, para contener la primera ola, y la segunda, y la tercera, y todas las demás, mientras ellos mareaban la perdiz y los científicos se quemaban las pestañas buscando una vacuna. Fuiste tú quien callaba lo que veía en esos pabellones durante la verbena del Resistiré, cuando el drama se convertiría en fiesta y las familias cantaban ante las ventanas decoradas con carteles de arco iris pintados sobre la frase “Todo saldrá bien”.
Fuiste tú y no ellos, y quiero que sepas que lo sé.
Quiero que sepas que este tiempo de esperanza que iniciamos hoy ha sido cosa tuya y no de ellos. Por mucho que lo celebren. Por mucho que se den palmaditas en la espalda. Por mucho que se comparen con otros que lo han hecho peor.
Fuiste tú y has sido capaz de hacerlo trabajando en un sistema sanitario al que el Covid pilló en bragas a causa de los sucesivos recortes de los distintos equipos de gobierno, que pensaban que cualquier cosa era más importante que la sanidad. Fuiste tú y por ello tu mérito es mayor que el de otros con los que te comparan. Fuiste tú y lo sabes. Y ellos lo saben y todos lo sabemos. De modo que no te hagas mala sangre cuando los veas en la tele y en la prensa, saludando al tendido como quien acaba de redimir a la humanidad, porque todos sabemos que son unos farsantes.
Porque si hay alguien con derecho atribuirse el mérito de habernos devuelto la libertad y la salud, ese eres tú. Esa eres tú.
De modo que gracias. De todo corazón.
#SafeCreative Mina Cb
Imagen: Milo Manara
Cuentos, poemas, historias... Soy Inma y os propongo que hagamos un club de cuentistas. Con imaginación. Con ilusión. Con esperanza. Un club donde pasar el tiempo, donde evadirse... Donde jugar a ser otro.
viernes, 1 de octubre de 2021
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