AÚN ES POSIBLE MORIR DE AMOR
Era atractivo, sensible y romántico. Le gustaban los animales y pasear a la luz de la luna. Y para variar, no era un sinvergüenza sin oficio ni beneficio, tónica habitual en la clase de hombres a los que ella atraía normalmente. De hecho, a cada momento se preguntaba por qué se había fijado en ella, que era tan vulgar, tan modosita… tan poca cosa.
O al menos así es como siempre se había sentido.
Fue un amor a primera vista, o mejor dicho a primera tecla. Un ciberflechazo. Porque el hombre perfecto tenía un pequeño defectillo… Estaba a casi mil kilómetros de distancia.
Pero ni siquiera ese detalle fue un obstáculo para que siguieran adelante con su amor. Y menos en la era del smartphone.
Se hallaban en ese primer periodo de embobamiento en el que se intercambian corazones y en que las conversaciones telefónicas se eternizan en un “Te quiero… cuelga tú; no, yo te quiero más, cuelga tú primero”. Y es que un adulto enamorado es igual de empalagoso que un adolescente con la diferencia de que tiene más pasta para pagar las facturas del teléfono. Y como eran un par de románticos se les iba el día en llamadas, fotos tomadas delante del espejo y mensajitos por el whatsapp.
Tenían proyectada una fecha para verse. Él iría a visitarla en breve. Habían quedado en una plaza céntrica. Ella había buscado un garaje para su coche cerca del lugar. Iba ensimismada, entusiasmada… feliz. El teléfono vibró. Él estaba a punto de llegar, guiado por el gps. Ella le respondió que lo esperaba en el lugar acordado. Le mandó un corazón. Él le envió otro y una cara sonriente. Ella tecleó “te quiero”. Él respondió ”yo a ti más”. Ella “mentira, yo mucho más”. Él “de eso nada, fui yo quien empezó tirándote los tejos”. Y ella “pero yo ya me había fijado en ti, so tonto…”. Y él otra vez “te quiero”. Y ella “yo más”.
No vio el semáforo. Ni el coche que venía de frente haciendo eses porque su conductor iba mandando mensajes por el móvil.
El impacto fue brutal.
La policía llegó unos minutos más tarde. Levantaron los cadáveres y elaboraron un informe que hablaba de imprudencia, de descuido, de pérdida del control del vehículo.
Pero todo es falso.
Murieron de amor.
#SafeCreative Mina Cb
Era atractivo, sensible y romántico. Le gustaban los animales y pasear a la luz de la luna. Y para variar, no era un sinvergüenza sin oficio ni beneficio, tónica habitual en la clase de hombres a los que ella atraía normalmente. De hecho, a cada momento se preguntaba por qué se había fijado en ella, que era tan vulgar, tan modosita… tan poca cosa.
O al menos así es como siempre se había sentido.
Fue un amor a primera vista, o mejor dicho a primera tecla. Un ciberflechazo. Porque el hombre perfecto tenía un pequeño defectillo… Estaba a casi mil kilómetros de distancia.
Pero ni siquiera ese detalle fue un obstáculo para que siguieran adelante con su amor. Y menos en la era del smartphone.
Se hallaban en ese primer periodo de embobamiento en el que se intercambian corazones y en que las conversaciones telefónicas se eternizan en un “Te quiero… cuelga tú; no, yo te quiero más, cuelga tú primero”. Y es que un adulto enamorado es igual de empalagoso que un adolescente con la diferencia de que tiene más pasta para pagar las facturas del teléfono. Y como eran un par de románticos se les iba el día en llamadas, fotos tomadas delante del espejo y mensajitos por el whatsapp.
Tenían proyectada una fecha para verse. Él iría a visitarla en breve. Habían quedado en una plaza céntrica. Ella había buscado un garaje para su coche cerca del lugar. Iba ensimismada, entusiasmada… feliz. El teléfono vibró. Él estaba a punto de llegar, guiado por el gps. Ella le respondió que lo esperaba en el lugar acordado. Le mandó un corazón. Él le envió otro y una cara sonriente. Ella tecleó “te quiero”. Él respondió ”yo a ti más”. Ella “mentira, yo mucho más”. Él “de eso nada, fui yo quien empezó tirándote los tejos”. Y ella “pero yo ya me había fijado en ti, so tonto…”. Y él otra vez “te quiero”. Y ella “yo más”.
No vio el semáforo. Ni el coche que venía de frente haciendo eses porque su conductor iba mandando mensajes por el móvil.
El impacto fue brutal.
La policía llegó unos minutos más tarde. Levantaron los cadáveres y elaboraron un informe que hablaba de imprudencia, de descuido, de pérdida del control del vehículo.
Pero todo es falso.
Murieron de amor.
#SafeCreative Mina Cb
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