viernes, 2 de octubre de 2015



R2… Y ALGO

Era distinto a todos. Nunca había visto a nadie como él. Por eso agradeció que la colocasen a su lado. Para poder contemplar cómo resplandecía al sol. Aunque no la mirase. Ni se viera en él un atisbo de interés hacia sus dorados mimbres y sus patas torneadas. Pero a ella le fascinaba ese brillo galáctico. Se parecía un poco a un robot chiquitito que había visto en la tele, una vez, y que iba acompañado de un señor dorado. Y que tenía un nombre en clave. C3 algo. O no. Que ese era el alto. Empezaba por R. R2D2. Eso era. Pero sin lamparitas. Claro que nada que ver con la fauna de que se había visto rodeada hasta la fecha. Recias mesas de pino. Sólidas y antipáticas estanterías que impedían el paso de la luz. Sombra y vacío.
Se estaba bien ahí, vegetando al solecito. Y mirándolo. El más guapo de todos. Pensó en intentar acercarse. Seguro que desprendía calorcito. Y que era suave. Pero no podía moverse, cachis diez. Se acordó del carrito de la cocina. También era de madera, como ella. Pero tenía ruedas. Vaya envidia. De haber sido rodante se hubiera dejado caer. Así como que tontamente. Simulando un tropiezo. Hola, señor contenedor. Está usted muy brillante esta mañana. Y le favorece mucho esa pegatina negra en el cogote. Todo por decir algo. Por acercarse. Por confraternizar.
Pasó a su lado y se la quedó mirando. No era muy alto y llevaba unos vaqueros desgastados. Sacó el teléfono y dijo unas palabras. Guardó el aparato en el bolsillo y la tomó resueltamente del respaldo.

El metálico androide no hizo nada.

#SafeCreative Mina Cb

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