KILOVATIOS Y VAMPIROS
Esta gente de Iberdrola va a acabar con mi salud. Con lo bien que vivía yo hasta ahora… Pero es que desde que han entrado en vigor las nuevas tarifas horarias mi casa se ha convertido en un infierno. Y todo por culpa de mis vecinos de arriba… A ver, que la culpa no es de ellos, los pobres. O sí. Que ya podían haberse puesto unos condones en vez de traer al mundo cinco criaturas. Que tienen de todos los tamaños, como los Dalton. Pero vamos, que a lo que voy no es a su falta de control de natalidad, que al fin y al cabo eso es cosa de cada cual. Yo a lo que me refiero es a que si la prole ya cundía lo suyo por sí misma no les faltaban más que las nuevas tarifas eléctricas.
¿Y esto qué importancia tiene?- os preguntaréis.
Pues bien: importancia lo que se dice importancia digamos que no tiene mucha. Lo de las tarifas digo. O sí. Porque sus padres han decidido, visto lo visto, racionalizar el consumo y adecuarlo a las nuevas tarificaciones. Y como la energía es más barata por la noche pues ahora no hay quien duerma en casa. Y es que desde hace un mes, en cuanto los niños vuelven del colegio toda la familia se acuesta. Sin cenar ni nada. En cuanto los pequeños salen de la escuela, que son las seis o seis y media (las dos y media el miércoles que no hay clase por la tarde) se meten todos al sobre y para las siete ya están planchando la oreja. Y así las horas de mayor carestía los cogen en la fase Rem. O incluso más lejos. Y luego, a eso de las dos de la madrugada, que el kilovatio es más barato, se levantan todos y se ponen en marcha. Y con una energía desbordante. A esa hora arrancan la caldera de la calefacción, se duchan, bañan a los niños, preparan la cena y la comida del día siguiente (los purés con la túrmix, que parece que tienes el motor debajo de la almohada), ponen lavadoras y secadoras, cenan y luego, mientras la chiquillería estudia y hace los deberes, los papis se dedican al bricolaje y la limpieza: taladros, aspiradores, vaporetas…. En fin: que han trasladado toda la actividad vespertina a la madrugada. Y como para colmo ahora, con el imagenio, se pueden grabar los programas, la noche siguiente a la disputa de un Madrid Barça se sientan todos en el sofá a las tres de la mañana y cada vez que alguien mete un gol se entera todo el vecindario.
Pero ahí no acaba todo. Y es que en el momento en que todos han terminado su tarea, que pueden ser las cuatro o las cinco, desayunan, le dan caña al lavavajillas y se vuelven a la cama hasta la hora de ir al tajo. Yo no me atrevo a decirles nada, pobres, bastante duro tiene que ser ya sacar adelante a una familia numerosa con dos sueldecillos de funcionario mileurista. Lo que me da miedo es que todo esto no sea más que una tapadera bajo la cual se oculte una familia de vampiros. Que esos chiquillos, la verdad sea dicha, nunca han tenido buen color.
En fin… yo, por si acaso procuro coincidir poco con ellos. Y llevo siempre una cabeza de ajos en el bolso.
Que nunca se sabe...
#SafeCreative Mina Cb
Esta gente de Iberdrola va a acabar con mi salud. Con lo bien que vivía yo hasta ahora… Pero es que desde que han entrado en vigor las nuevas tarifas horarias mi casa se ha convertido en un infierno. Y todo por culpa de mis vecinos de arriba… A ver, que la culpa no es de ellos, los pobres. O sí. Que ya podían haberse puesto unos condones en vez de traer al mundo cinco criaturas. Que tienen de todos los tamaños, como los Dalton. Pero vamos, que a lo que voy no es a su falta de control de natalidad, que al fin y al cabo eso es cosa de cada cual. Yo a lo que me refiero es a que si la prole ya cundía lo suyo por sí misma no les faltaban más que las nuevas tarifas eléctricas.
¿Y esto qué importancia tiene?- os preguntaréis.
Pues bien: importancia lo que se dice importancia digamos que no tiene mucha. Lo de las tarifas digo. O sí. Porque sus padres han decidido, visto lo visto, racionalizar el consumo y adecuarlo a las nuevas tarificaciones. Y como la energía es más barata por la noche pues ahora no hay quien duerma en casa. Y es que desde hace un mes, en cuanto los niños vuelven del colegio toda la familia se acuesta. Sin cenar ni nada. En cuanto los pequeños salen de la escuela, que son las seis o seis y media (las dos y media el miércoles que no hay clase por la tarde) se meten todos al sobre y para las siete ya están planchando la oreja. Y así las horas de mayor carestía los cogen en la fase Rem. O incluso más lejos. Y luego, a eso de las dos de la madrugada, que el kilovatio es más barato, se levantan todos y se ponen en marcha. Y con una energía desbordante. A esa hora arrancan la caldera de la calefacción, se duchan, bañan a los niños, preparan la cena y la comida del día siguiente (los purés con la túrmix, que parece que tienes el motor debajo de la almohada), ponen lavadoras y secadoras, cenan y luego, mientras la chiquillería estudia y hace los deberes, los papis se dedican al bricolaje y la limpieza: taladros, aspiradores, vaporetas…. En fin: que han trasladado toda la actividad vespertina a la madrugada. Y como para colmo ahora, con el imagenio, se pueden grabar los programas, la noche siguiente a la disputa de un Madrid Barça se sientan todos en el sofá a las tres de la mañana y cada vez que alguien mete un gol se entera todo el vecindario.
Pero ahí no acaba todo. Y es que en el momento en que todos han terminado su tarea, que pueden ser las cuatro o las cinco, desayunan, le dan caña al lavavajillas y se vuelven a la cama hasta la hora de ir al tajo. Yo no me atrevo a decirles nada, pobres, bastante duro tiene que ser ya sacar adelante a una familia numerosa con dos sueldecillos de funcionario mileurista. Lo que me da miedo es que todo esto no sea más que una tapadera bajo la cual se oculte una familia de vampiros. Que esos chiquillos, la verdad sea dicha, nunca han tenido buen color.
En fin… yo, por si acaso procuro coincidir poco con ellos. Y llevo siempre una cabeza de ajos en el bolso.
Que nunca se sabe...
#SafeCreative Mina Cb
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